Este fin de semana que está empezando, tenemos un Oviedo pletórico, lleno de música en directo excelente, pero también de poesía. Y de pintura y escultura. Y de castañas y sidra. Para todos los gustos, de iniciativa pública, privada, con y sin ánimo de lucro. Actividades gratuitas y de pago.
Este mes de noviembre que transcurre con el cálido aire de las castañas me conduce al desasosiego. Hace falta que empiece a hacer frío, hace falta que llueva, hace falta que empiece a asomar la nieve blanca, gélida, engañosamente plácida, hace falta que se limpie el ambiente de residuos llenos de contaminación, pero, por otra parte, estamos ganando tiempo al invierno y las familias con las que desayunamos pueden vivir un poco mejor unas semanas más, sin lluvia dentro de casa, sin frío dentro de la cama, sin la mancha de humedad de la que habla Nacho Vegas en «Ocho y medio», sin dinero para arreglar la gotera de una puta vez, como cuenta Nacho Vegas en «Ocho y medio». Ese desasosiego de no saber si es mejor no mirar más allá de las doce de la noche del día en que estemos o pensar a largo plazo.
En fin, que este cálido mes de noviembre se asoma a su mitad en Oviedo repleto de cosas para salir a verlas y a escucharlas, a comerlas y a tocarlas, a seguir haciendo ciudad, a seguir aprendiendo, compartiendo, participando en lo común, a seguir haciendo ciudad, llena de música, llena de música como Clinton Street a finales de diciembre, en un frío Nueva York, desde un cálido Oviedo de mediados de noviembre, de Nacho Vegas, uno de sus discípulos, a Leonard Cohen, a quien en unos instantes se le homenajea de nuevo, en el marco de su cátedra, con un concierto de versiones y de poesía, si es que son distinta cosa, que ofrece una banda venida de Cádiz.
Y a estas alturas no puedo contarles más de mi devoción por Leonard Cohen, su mundo delicado y lleno de heridas de amor, del que abandona y del que es abandonado, del sexo y la religión y el pueblo judío y el pueblo gitano y las ventanas y Suzanne y Jane y Marianne y Alexandra y Janis, tan joven, tan enganchada, tan genial, en una cama deshecha del hotel Chelsea, otra vez en Nueva York, que nos ayuda a dejar de lado nuestra fealdad para decir que tenemos la música.
Sí, dentro de unos instantes, homenaje a Leonard Cohen en el paraninfo de la Universidad, en Oviedo. Para seguir viviendo con sus palabras pegadas a la piel, como se pega a la piel la tela prendida en fuego.

La ventana de Asturias – Cadena SER – 3 de noviembre de 2015.