Nada nuevo. Un escenario, un público, unos instrumentos, unos micrófonos, unas aguas, unas cervezas, una banda.
Un músico. Una guitarra. Unos ojos semicerrados. Unas botas.
No creeréis lo que vi.
Nacho Vegas, el cantautor gijonés, defendió su último disco, Resituación, en Asturias, en Gijón en agosto y en Oviedo anteayer, en San Mateo. Y lo ha hecho de modo brillantísimo, porque brillante es la banda, brillante es Nacho y brillante, desazonantemente brillante, es lo que cuentan esas letras, una tras otra, con poco espacio, apenas pararse en la rapaza de San Antolín, la esperanza pasa por estar en común, sí, por avisarnos, por reunirnos, por ser más de mil, pero es difícil concebir la esperanza sin violencia y sin olor a muerte.
Nacho Vegas actúa al modo clásico del cantautor comprometido con el tiempo político que toca, denunciando, describiendo, convocando. Y lo hace al modo clásico, pero con su voz, única, original, autónoma, sin disfraces, epatando al biempensante y perturbando al ortodoxo comunista.
Vegas construye un disco político regado de amor a su ciudad, Gijón. Amor del de la necesidad de poner distancia al conocer perfectamente el sujeto amado y al conocer perfectamente las propias debilidades. Del de poner distancia, pero del de querer que nos pasen las cosas ahí, precisamente. Del de poner distancia, al conocer tan bien cada esquina, cada recodo, cada papelina.
Nacho construye el disco político necesario ahora. Necesidad que no significa rendición ciega a su discurso. Cada cual verá. Pero es el disco necesario ahora. Como necesario fue su trabajo largo anterior, La zona sucia, dedicado casi por entero al desamor. Al fin, compromiso del autor con la vida; compromiso del autor con la obra. Compromiso del autor con el talento, el propio y el de los músicos que lo acompañan.
Nacho Vegas defiende su disco en los conciertos como quien defiende su tesis ante un tribunal. Y el disco gana cuando sale a pasear, cuando se actualiza en el escenario, porque la banda es excelente, porque Nacho nos narra lo que pasa con su poética personalísima, porque no podemos desenmarañar, ni en la cabeza ni en la vida, la acción política del lamento amoroso.
Un músico. Una guitarra. Unos ojos semicerrados. Unas botas.
No creeréis lo que vi.
Nacho Vegas, el cantautor gijonés, defendió su último disco, Resituación, en Asturias, en Gijón en agosto y en Oviedo anteayer, en San Mateo. Y lo ha hecho de modo brillantísimo, porque brillante es la banda, brillante es Nacho y brillante, desazonantemente brillante, es lo que cuentan esas letras, una tras otra, con poco espacio, apenas pararse en la rapaza de San Antolín, la esperanza pasa por estar en común, sí, por avisarnos, por reunirnos, por ser más de mil, pero es difícil concebir la esperanza sin violencia y sin olor a muerte.
Nacho Vegas actúa al modo clásico del cantautor comprometido con el tiempo político que toca, denunciando, describiendo, convocando. Y lo hace al modo clásico, pero con su voz, única, original, autónoma, sin disfraces, epatando al biempensante y perturbando al ortodoxo comunista.
Vegas construye un disco político regado de amor a su ciudad, Gijón. Amor del de la necesidad de poner distancia al conocer perfectamente el sujeto amado y al conocer perfectamente las propias debilidades. Del de poner distancia, pero del de querer que nos pasen las cosas ahí, precisamente. Del de poner distancia, al conocer tan bien cada esquina, cada recodo, cada papelina.
Nacho construye el disco político necesario ahora. Necesidad que no significa rendición ciega a su discurso. Cada cual verá. Pero es el disco necesario ahora. Como necesario fue su trabajo largo anterior, La zona sucia, dedicado casi por entero al desamor. Al fin, compromiso del autor con la vida; compromiso del autor con la obra. Compromiso del autor con el talento, el propio y el de los músicos que lo acompañan.
Nacho Vegas defiende su disco en los conciertos como quien defiende su tesis ante un tribunal. Y el disco gana cuando sale a pasear, cuando se actualiza en el escenario, porque la banda es excelente, porque Nacho nos narra lo que pasa con su poética personalísima, porque no podemos desenmarañar, ni en la cabeza ni en la vida, la acción política del lamento amoroso.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 19 de septiembre de 2014.