Siempre ha habido bufones, monstruos creados por las sociedades para poder reírse de ellos y amarlos y odiarlos y que nos sirvan de pimpampum y que sean el espejo cóncavo en que nos miramos.
Aquí, ahora, uno de esos monstruos es Belén Esteban, uno de esos bufones, debidamente deformado su rostro, como debe ser, lleno de operaciones infames que acaban por dar en chiste malo del Picasso más cubista.
¿Pueden los monstruos ser referencia, pueden expresar sentimientos colectivos? Pueden. Y lo hacen. Y Belén Esteban no es una excepción, cuando dijo aquello de «yo, por mi hija, mato».
Y tanta gente la entendió, tanta gente, madres, padres, que entienden lo que se llega a hacer por un hijo, cuyas dificultades pueden allegarnos al ofuscamiento.
José Luis Iglesias Riopedre y José Ángel Fernández Villa, expulsados ambos del PSOE por presunción de corrupción, casos bien distintos y de los que de uno no se sabe todo y del otro aún se sabe poco. Militantes veteranos, con responsabilidades políticas a sus espaldas, navegando en distintos mares dentro de la organización, en cada uno de los dos mares en que en democracia se ha dividido la FSA, dos grandes mares con sus particularidades internas a veces heterogéneas, pero simplificando, aunque sin faltar a la verdad, con épocas más enconadas, pero el SOMA y los renovadores estuvieron y están ahí, digo, simplificando, y Riopedre y Villa no compartían familia, pero ahora comparten expulsión por presunta corrupción.
Riopedre y Villa, en distintos mares dentro del mismo océano, con papeles bien diferentes y trayectorias también dentro del socialismo asturiano, pero las presuntas corrupciones, en distinto grado, sí, precisamente por esos papeles diferentes, con distinta intensidad, están suponiendo una bofetada inmensa, esta última quizá irrecuperable, en la cara del partido y del sindicato socialistas.
Personalidades bien distintas. El Parlamento asturiano se reúne en Pleno los jueves por la tarde y las sesiones suelen alargarse y una etapa de mi vida profesional yo seguía esas sesiones en un pequeño despacho y puede sonar como imposible, pero en invierno, a oscuras en la calle, en aquel despacho, después de llevar toda la tarde escuchando y escuchando, incluso allí, puede entrar una sensación de melancolía producida por la noche y el cansancio y era un gusto cuando, al final de la reunión, Riopedre, consejero de Educación, era interpelado y en sus respuestas acababa hablando del socialismo utópico, como el viejo profesor de Filosofía que es, y la noche, la somnolencia, los ojos agotados de aquella pantalla, la melancolía, todo ello acababa despertando y yo asistía a una clase teórica de socialismo utópico y qué quedó de la utopía y qué del socialismo y qué de dos viejos líderes derrotados porque dicen las lenguas que ellos, por sus hijos, matan.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 17 de octubre de 2014.