En el colegio, tuve una profesora, Asun, que decidió el modo en que me ganaría la vida. Bien pequeña, después de un dictado, me puso en rojo «»ce», «ci» se escriben siempre con ce». Esa nota se me quedó grabada a fuego, con lo que terminé por estudiar Filología Hispánica – Lengua Española, en Oviedo, claro, al pie del sabio Feijoo. Fue una de las tres mejores decisiones tomadas en mi vida, plagada de unos cuantos errores más.
La filología me llevó a la corrección de textos y, así, me hice correctora del Parlamento asturiano y en cuanto empecé a ganar dinero decidí viajar y me fui lejos y conocí a un guapísimo chico que me habló de Cowboy Junkies al hablar de Lou Reed, mientras viajábamos de Moscú a Pekín en tren, y no me quedó más remedio que visitarlo al verano siguiente en Noruega, para seguir viajando sola y conocer otro chico que me mostró «Tomorrow the Green Grass» y ya nunca me dejó este disco sola, en la risa, en el amor y en la nostalgia, siempre buscando la gloria del amor de Lou Reed, en el viaje, en quien me enseña música y en el privilegio humano de la doble articulación de la lengua, por eso, como dice Wilón, que ya no puedo separar de Jayhawks, ayer se cerró un círculo con el concierto de esta gente de Minneapolis en Gijón, se cerró un círculo tantos años después de ce, ci se escriben siempre con ce, para, a pesar de ser malos tiempos para enamorarse, seguir buscando, en ese espacio que representa Coney Island, la gloria del amor en el viaje, run away, en el aprendizaje y en el privilegio humano de la doble articulación de la lengua hecha canción.