No me cansaré de decirlo. O aunque igual acabo cansando, también puede ser. Oviedo no es Vetusta, ni duerme más la siesta que cualquier otra ciudad de sus características, qué discurso más reiterativamente acrítico, cómodo, por tanto, y falso. Leopoldo Alas fue un novelista enorme y La Regenta es imprescindible, sí, para conocer Oviedo, pero, sobre todo, para conocer el alma humana de un determinado tipo de sociedad decimonónica, y es imprescindible para pasar un excelente rato de lectura y es imprescindible para aprender a narrar mejor y es imprescindible para saber lo que son los celos, para saber identificarnos con el demonio de los celos, que abrasaban al Magistral en el paseo de los Curas al saber a Ana Ozores alejarse mundana. Sí, La Regenta es una novela capital de nuestra literatura, ya conocemos las otras, Madame Bovary y Anna Karenina, y, como ovetense, siento orgullo por tener un vecino tan ilustre fundamental cultivador del genio de la lengua, con lo que ha contribuido a ensancharla y a hacerla mayor, pero, ya, que si la ciudad duerme la siesta, que si ahora, con el resultado electoral, despertó, tantos años apagada, que no, que dejemos ya las sinécdoques y que la ciudad tenga ahora, al alcance de su mano, lo está tocando con la yema de los dedos, un gobierno de izquierdas, después de veinte años largos de la derecha a los mandos, pactos propios y ajenos y simpatías o antipatías personales mediante, no significa que hasta ahora la ciudad haya estado dormida ni que el domingo pasado los votos de las urnas hicieran que se despertara, que es una visión falsa, acrítica, cómoda e injusta para tanta gente que hace cosas, desde su pequeño rincón, sea este bar, librería, galería o estudio de música, o local para todo, o desde lugares más solemnes, e institucionales, qué voy a decir yo, si damos desayunos, y todo este lío vino para rebatir el discurso facilón de la ciudad dormida y me saqué de la manga una página que se llama ¿Pero quién dice que en Oviedo no hay nada?, y damos desayunos, entre otras razones, que no nos quedamos solo en mitigar la insoportable e intolerable pobreza, entre otras razones, para demostrar que Oviedo no es una ciudad dormida y que, cuando reúnes coraje para llamarla, se moviliza, nuestro almacén es una muestra de que Oviedo no es una ciudad dormida y de que el domingo no hizo falta despertarla, porque ya lo estaba, espabilada, solidaria, llegando, si es necesario, donde no llega la institución, trabajadora, imaginativa.
Que ya está bien y ha de saber, don Leopoldo, que la crítica no es a usted. Ha de saber, don Leopoldo, que usted concibió una obra literaria que nos hace mejores, pero que usted mismo supo trascender, con las miras bastante más altas que las de quienes insisten en la ciudad dormida pensando que lo honran.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 29 de mayo de 2015.