La muerte es una faena gorda y, en ocasiones, gordísima, cuando nos explota sin que nos podamos acoger a la resignación de la gente muy vieja o muy enferma. Y las bibliotecas públicas están llenas de libros al alcance de toda la población, las bibliotecas que, como los faros en los acantilados, están esparcidas por todo el territorio asturiano, en el mar y en el monte, en las ciudades, en las villas, en los pueblos.
Y son como los faros porque iluminan, las bibliotecas públicas iluminan y son un foco sencillo que puede albergar la mayor complejidad de la historia, de la filosofía, de las matemáticas y de la física cuántica. Y los poemas de Emily Dickinson y los cuentos de Juan Rulfo y el teatro de Calderón. Y a veces se cuentan cuentos, se presentan libros, se muestran cuadros o fotografías y documentos, cartas manuscritas o diarios o primeras ediciones.
Asturias, con su mar y su montaña, su apretura orográfica, valles, brañas, riberas, rías y olas, está salpimentada de una ejemplar red de bibliotecas públicas, creada por don Lorenzo Rodríguez-Castellano, director del Centro Coordinador de Bibliotecas, que, en la dura y heladora posguerra, recuperó, continuó y amplió aquellos lugares de lectura que habían empezado a aparecer en los ateneos obreros, y Asturias puede lucir orgullosa, tantos años después, esas bibliotecas que son sitios principales desde donde conocimiento y entretenimiento se propagan al alcance de la mano, al alcance de la palabra sabia y el consejo profesional de bibliotecarios y bibliotecarias, y se murieron el mismo día Günter Grass y Eduardo Galeano y es un buen momento para descubrirlos o releerlos, repasarlos, y pensar por enésima vez en literatura y compromiso político, ahora tan fundamentales, la literatura y el compromiso, el compromiso de quienes se constituyen en altavoces, y la literatura y el compromiso con quienes frecuentan las bibliotecas de quienes allí están, al pie del cañón, bibliotecarios y bibliotecarias, y el mismo día de la muerte de Grass y Galeano se murió el bibliotecario de Vegadeo, Félix Menéndez, custodio de la palabra de estos autores y de tantos más, y, así, coinciden en la muerte Grass, Galeano y Menéndez, coinciden en la muerte, en la literatura y en el compromiso, coinciden en las estanterías de una biblioteca pública.

Asturias24 – 15 de abril de 2014.