El año pasado, en el primer ciclo de cine en la calle organizado por la Asociación Vecinal Oviedo Redondo, se proyectó la película La torre de Suso, del director ovetense Tom Fernández. En la banda sonora, suena la canción de Stukas «Hazañas bélicas». En las gradas de la plaza del Paraguas, un puñadín de vecinos y vecinas del Antiguo cantamos bajito la canción, con la emoción de quienes se reconocen en ella, e Iván dijo que podíamos hacerla himno del ciclo. Y es que esta canción es algo himno, desde luego.
Hazañas bélicas. Dar de comer y de cenar a diario a decenas de personas con los brazos abrasados por los cráteres y la mirada extraviada, muy cerca de la estatua del padre Feijoo, también del olivo de la catedral; seguir detrás del mostrador de una tienda de ultramarinos en la calle Mon, con más de 80 años; sacar adelante bares bonitos, cálidos, con canciones y terrazas mantenidas a raya… La iniciativa de reunirnos un grupo de vecinos y vecinas del Antiguo para organizar una asociación que pretende hacer barrio de modo constructivo, solidario, lúdico no llega a hazaña bélica. Organizar el ciclo de cine en la plaza del Paraguas, tampoco. Pero hay detrás trabajo grande para demostrar, con hechos y palabras, que el Oviedo Antiguo no es ese sitio lleno de orines, ruido y desmanes que algunas voces pretenden hacer creer, que es un lugar con orines, ruido y desmanes y con ayuda recíproca de sus gentes, terrazas en plazas donde leer al sol, canciones de los Stones y sala de cine bajo un paraguas en un anfiteatro. Que el Oviedo Antiguo es todo eso porque es un organismo vivo, afortunadamente vivo.
(Publicado en La Voz de Asturias el 27 de agosto de 2016. Puedes leer aquí el texto completo).