Mientras en el Parlamento asturiano se avanza en los trabajos previos, necesarios, a la reforma de nuestra ley electoral, con propuestas que, al menos aquí, resultan novedosas y sugerentes, recordamos que tal día como ayer, 1 de octubre, pero de 1931, ciertamente ya llovió, y lo que llovió, revolución, guerra que se llevó por delante la república, dictadura, monarquía, transición y lo que la historia diga que somos ahora, en este camino de las organizaciones políticas tal como las conocemos a movimientos ciudadanos que se pasan a la política institucional, sí, llovió y diluvió desde octubre del 31, pero desde ese día, roto al poco por casi 40 años de supresión de derechos ciudadanos, las mujeres en España perdimos la minoría de edad política gracias, en fundamental, titánica y en soledad tantas veces medida, a doña Clara Campoamor, que peleó de modo extenuante para que usted, amable oyente de sexo femenino, y yo podamos tener los mismos derechos políticos que nuestros vecinos de sexo masculino y podamos hacer el sencillo y poderosísimo gesto de introducir una papeleta en un sobre y de introducir un sobre en una urna, cosa imposible para nosotras hace menos de un siglo, que no es nada, y así, a la vuelta de los años, hay que revisar eso que aprendimos en el instituto sobre el sufragio universal, que tan universal no era, olvidaba, ese sufragio, a la mitad de la población, por razones culturales construidas sobre las razones naturales.
Sí, la señora Campoamor hizo que nos convirtiéramos las mujeres en sujetos políticos por entero, aunque le costó incomprensiones, paternalismo, argumentos tramposos, exilio, soledad, desprecio, olvido. Y está bien el reconocimiento de ahora, como este comentario de este octubre de 84 años después pretende, con agradecimiento por siempre y admiración rendida, pero Clara Campoamor purgó en vida su pecado mortal.
Y es algo necesario, obligado y hermoso ser sujeto político, cada cual donde podamos, nos guste o mejor sepamos estar, y seguir construyéndonos como sujetos políticos y ayudando a construir, porque adonde nos llevan las falaces afirmaciones de quienes se declaran apolíticos ya lo conocemos.
Sí, la señora Campoamor hizo que nos convirtiéramos las mujeres en sujetos políticos por entero, aunque le costó incomprensiones, paternalismo, argumentos tramposos, exilio, soledad, desprecio, olvido. Y está bien el reconocimiento de ahora, como este comentario de este octubre de 84 años después pretende, con agradecimiento por siempre y admiración rendida, pero Clara Campoamor purgó en vida su pecado mortal.
Y es algo necesario, obligado y hermoso ser sujeto político, cada cual donde podamos, nos guste o mejor sepamos estar, y seguir construyéndonos como sujetos políticos y ayudando a construir, porque adonde nos llevan las falaces afirmaciones de quienes se declaran apolíticos ya lo conocemos.
La ventana de Asturias – Cadena SER –2 de octubre de 2015.