«Tú haces hermoso el horror», le escribía la también escritora americana Emily Coleman a la escritora neoyorquina Djuna Barnes en el año 1935.
Hacer hermoso el horror, en este abril que empieza, el mes más cruel, para otro americano grande de las letras, T. S. Eliot, amigo de Barnes y de otra enorme escritora anglosajona, Virginia Woolf, que no pudo soportar el horror nazi sobre Londres y acabó suicidándose antes del desembarco en las playas normandas.
Ambas, Djuna y Virginia, pasaron abriles crudelísimos e hicieron hermosos sus propios horrores. Y los ajenos. Y nos los devolvieron travestidos de hermosura en forma de literatura.
Hacer hermoso el horror es lo que logra el judío Leonard Cohen en «Dance Me to the End of Love», que recuerda cómo los encerrados en los campos de concentración nazis avanzaban hacia las cámaras de gas acompañados de la música que salía de los violines ardientes.
El horror asoma en este abril más cruel y es necesario poseer la cualidad de lo sublime para hacerlo hermoso.
El Frente Nacional continúa su paso firme en Francia, contenido por el dique de Sarkozy y su UMP, que a ver cuánto aguanta sin que la furia de la ola fascista lo quiebre. Como el dique contra el Pacífico que otra escritora, esta vez, claro, francesa, Marguerite Duras, construyó vital y literariamente, aunque qué es si no la literatura que vida.
Marguerite Duras, superviviente ella también a abriles crueles, vividora del horror nazi, que aguantó en la Resistencia, del mismo país que hizo la Revolución, del mismo que hizo un imperio de francofonía, de cuya descolonización vienen parte de estos lodos. Cómo hacer hermoso el horror del huevo de la serpiente francés, del avance, por las calles del París liberado, del Frente Nacional, del París liberado donde Ingrid Bergman y Humphrey Bogart hicieron hermoso el horror, en París y en Casablanca.
El horror del Frente Nacional frente al horror del yihadismo, ambas distintas caras de la misma moneda de barbarie y deseos de aniquilar «al otro».
Y Bergman y Bogart, Rick e Ilsa, hicieron hermoso el horror en la Francia ocupada y liberada, en la Casablanca nazi y traidora de Vichy, en Europa y en África, porque para hacer hermoso el horror a lo único a que podemos acudir es al amor, a la amistad, a la lealtad, al compromiso.
Y a la obra artística expresada con hermosa sabiduría.
Hacer hermoso el horror, en este abril que empieza, el mes más cruel, para otro americano grande de las letras, T. S. Eliot, amigo de Barnes y de otra enorme escritora anglosajona, Virginia Woolf, que no pudo soportar el horror nazi sobre Londres y acabó suicidándose antes del desembarco en las playas normandas.
Ambas, Djuna y Virginia, pasaron abriles crudelísimos e hicieron hermosos sus propios horrores. Y los ajenos. Y nos los devolvieron travestidos de hermosura en forma de literatura.
Hacer hermoso el horror es lo que logra el judío Leonard Cohen en «Dance Me to the End of Love», que recuerda cómo los encerrados en los campos de concentración nazis avanzaban hacia las cámaras de gas acompañados de la música que salía de los violines ardientes.
El horror asoma en este abril más cruel y es necesario poseer la cualidad de lo sublime para hacerlo hermoso.
El Frente Nacional continúa su paso firme en Francia, contenido por el dique de Sarkozy y su UMP, que a ver cuánto aguanta sin que la furia de la ola fascista lo quiebre. Como el dique contra el Pacífico que otra escritora, esta vez, claro, francesa, Marguerite Duras, construyó vital y literariamente, aunque qué es si no la literatura que vida.
Marguerite Duras, superviviente ella también a abriles crueles, vividora del horror nazi, que aguantó en la Resistencia, del mismo país que hizo la Revolución, del mismo que hizo un imperio de francofonía, de cuya descolonización vienen parte de estos lodos. Cómo hacer hermoso el horror del huevo de la serpiente francés, del avance, por las calles del París liberado, del Frente Nacional, del París liberado donde Ingrid Bergman y Humphrey Bogart hicieron hermoso el horror, en París y en Casablanca.
El horror del Frente Nacional frente al horror del yihadismo, ambas distintas caras de la misma moneda de barbarie y deseos de aniquilar «al otro».
Y Bergman y Bogart, Rick e Ilsa, hicieron hermoso el horror en la Francia ocupada y liberada, en la Casablanca nazi y traidora de Vichy, en Europa y en África, porque para hacer hermoso el horror a lo único a que podemos acudir es al amor, a la amistad, a la lealtad, al compromiso.
Y a la obra artística expresada con hermosa sabiduría.
Asturias24 – 1 de abril de 2014.