No es la primera vez que están por aquí y van a hacer una gira larga. No es difícil verlos, no es algo exclusivo y, aunque no son unos críos, les puede quedar cuerda. No son una banda estratosférica, no son unas estrellas. No tienen glamour, no dan escándalos.
No hacen nada nuevo. No tienen belleza, no sé si se drogan. No sé si lo han hecho. No cuentan nada que no se haya contado antes ni cuentan nada que no se vaya a contar después.
No tocan en una sala mítica ni el concierto será en una gran capital europea. Me maquillaré lo justo, lo justo para lo que sea, y al segundo trago no me quedará ni una gota de carmín.
Pero todo eso no importa. Da igual. Dan igual el glamour, el Olympia, París, el atractivo del malditismo, la belleza y la pretendida eterna juventud. Da igual la barra de labios al segundo trago, total, para acabar diciendo, y diciendo por sabido y por sentido, citando a otro imprescindible, «well, never mind», somos feos, pero tenemos la música. «Well, never mind», al pintarse los labios y cuando se despintan.
Da igual, porque hay discos que transforman vidas, hay discos que son la frontera, hay discos que aparecen por casualidad, donde una menos los espera, y aparecen buscando otra cosa, y de repente pasan a un primer plano o, más bien, se ponen a tu altura. No es estar haciendo otra cosa y tenerlos de banda sonora, no. Es que te cogen por el hombro y te zarandean y te interpelan y no dejan que sean tu segundo plato ni tu música de fondo. Te exigen ir de la mano, estar a tu altura, de la primera a la última canción, y ya no te sueltan. A cambio de acompañarte en la salud y en la enfermedad, a cambio de acompañarte en el dolor y en el placer, a cambio de acompañarte en la carretera para hacerte llegar a cualquier parte sin saber cómo has llegado, a cambio de eso, te exigen reverencia y pleitesía.
El 18 de abril, dentro del Gijón Sound Festival, toca en la sala Albéniz The Jayhawks. Tomorrow the Green Grass camina de mi mano desde hace más de veinte años. En la salud y en la enfermedad. En el dolor y en el placer. En la carretera.
Y allí peregrinaremos. Y, a pesar de seguir sintiendo la presión de la belleza, qué más da, tenemos la música.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 13 de febrero de 2015.