Quince días, hace quince días, estábamos a punto de enterarnos del horror de París, de cómo se puede estar en un concierto de rock en una sala y acabar en el suelo, con la barriga abierta y los intestinos asomando como gusanos sanguinolentos.
Tres kilos, tres litros de leche, tres kilos de fruta, tres kilos de fiambre, seis paquetes de cereales, tres kilos de alimento que nos donan para dar de desayunar cada mañana, en Oviedo, en el Ca Beleño.
Quince días, hace quince días, cuando, tras la noche del viernes consumiendo las noticias que la red nos escupía, nos levantamos, una niña acababa de nacer algo antes de lo que le tocaba, niña desde ese momento de los desayunos, y el móvil pasó de ser la pantalla de la muerte a la pantalla de la vida, llena de incertidumbres, pero de la vida que, como el agua, busca un nuevo cauce cuando el otro se le tuerce y pelea y trata de imponerse.
Tres kilos, tres kilos de pañales, tres kilos de leche para bebés, tres kilos de ropa diminuta.
Quince días, hace quince días, la pantalla del móvil se convirtió en el lugar para organizar una foto para el siguiente desayuno en que reflejar que somos, desayunando, un minúsculo lugar de convivencia y que íbamos aparecer, juntas, juntos, practicantes del islam y el resto.
Tres kilos, tres kilos de metralla, tres kilos de fusiles, tres kilos de fanatismo, tres kilos de hipocresía, tres kilos de incomprensión, tres kilos de racismo, tres kilos de bombas.
Quince días, hace quince días, la ciudad más maravillosa de entre todas las ciudades, la ciudad que se eleva, porque es más que una ciudad, porque los cronopios duermen en las pensiones del Barrio Latino y en las del bulevar de Clichy, salió abrasada y herida y los intestinos salieron a correr como gusanos por la pista de una sala de conciertos.
Tres kilos, tres kilos de mantas, tres kilos de abrigos, tres kilos de calor en mitad de la intemperie, en mitad del frío, en mitad del peor frío, que es aquel que se tiene de la misma fuente que antes nos dio calor.
Quince días, tres kilos. La pequeña que nació en medio del horror y de la incertidumbre tiene hoy quince días y pesa tres kilos.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 27 de noviembre de 2015.