Es tiempo de balance o de planes, en este mes de diciembre más que nunca, en este diciembre que empieza a ponerse frío, como el frío mes de diciembre de Nueva York cuando nos tropezamos con Nueva York en esa obra maestra de la poesía y del relato en que nos llevamos bregando desde Homero, esa canción que está en el grupo de las catedrales de la música, que Cohen escribió y que sigue interpretando, a sus 80 años, con el mismo sobrecogedor tono del triunfo cuando no sabemos si realmente estamos hablando del fracaso o de qué o a lo mejor tampoco es fracaso seguir deambulando con un impermeable azul viejo y regresar de la estación en soledad después de haber pretendido recibir a alguien en el andén.
También, como a las cuatro de la mañana en Nueva York, en Oviedo sigue sonando música toda la noche, siempre menos de la que quisiéramos, siempre más de la que quieren los pregoneros apocalípticos.
También, por la música y por tantas otras cosas, a pesar de tantas otras, me gusta vivir donde vivo, en este Oviedo que ha logrado cumplir otro año, desde aquella vez en que una comunidad religiosa decidió instalarse en un rincón del norte, y que comienza otro, lleno de incertidumbres y de trabajo por hacer y de trabajo hecho y de música y de buena gente.
Seguimos escuchándonos. Espero que en 2015 continuemos participando en lo común.
SER Gijón, Voces del año – 19 de diciembre de 2014.