Poco antes de las seis de la mañana, la señal del móvil para avisarme de que tenía un mensaje en mi Facebook. No me asusté, no me importó. No me asusté: como hacemos lo que dicen las canciones, sé que alguien puede escribirme a las cuatro de la mañana para preguntarme si estoy mejor. No me importó: entre semana madrugo mucho, para desayunar en el Ca Beleño, una cervecería de mi ciudad.
Un amigo, «vaya dos noticias en dos días», la otra noticia también nos vino de la madre América, de la imprescindible América, donde hubo un tiempo en que no se levantaban muros para impedir la entrada del de fuera, sino que al de fuera se le traía en barcos para doblegarle la espalda en campos de algodón, y de esa espalda humillada surgieron las dos noticias en dos días.
(Publicado en La Voz de Asturias el 13 de noviembre de 2016. Puedes leer aquí el texto completo).