El pasado viernes debería haber cantado y tocado Albert Pla en el teatro Jovellanos, de Gijón, pero ya sabemos qué ocurrió. Tras unas manifestaciones en un diario regional acerca de lo que pensaba sobre ser español y la enseñanza de los idiomas, se canceló, se censuró su actuación, promovida la censura por el Partido Popular y apoyada inmediatamente por Foro Asturias, que ocupa la alcaldía. El consejo de administración del teatro se limitó a legalizar una decisión ya tomada.
Se mire como se mire, se vista como se vista, se tome como se tome, asistimos a un caso de censura sin ningún tipo de disimulo. Y da igual el contenido de las declaraciones de Pla, da igual. Por otra parte, ¿quienes tienen responsabilidades en la programación del teatro no conocían al artista? Que nunca se ha caracterizado, precisamente, por su corrección política ni por su diplomacia.
Ha habido un conato de tratar de censurar la otra actuación que Albert Pla tiene fechada en Asturias, en Piedras Blancas, este mes de noviembre. Afortunadamente, la alcaldesa de Castrillón se ha apresurado a decir que allí no se cancela nada. Imagino, por otra parte, como siempre ocurre, que, tras esta excelente campaña publicitaria a Pla, el concierto en Piedras rebosará.
Como digo, dan igual las declaraciones, su fondo, su forma, y mucho menos importa lo que pensemos al respecto. Es intolerable que asistamos a estas alturas a un acto censor tan sin rebozo. Pero han sido muy reveladoras, al menos para mí, algunas reacciones favorables a la cancelación del concierto.
No debemos simplificar y creer que a favor de la censura solo han estado personas de derechas pretendidamente bienpensantes. Yo me he sorprendido, con ingenuidad, veo ahora, por el apoyo a la cancelación del concierto de personas de izquierdas. Y es que, entre las mentes de orden y la inflación de corrección política, la sensación de asfixia es cada vez mayor, la autocensura nos vuela alrededor de la cabeza, como una mosca pesada, y, si nos descuidamos, la navaja del perro andaluz nos atraviesa el ojo de lado a lado para cegarnos y caer en todas las trampas de lo que está bien y de lo que está mal, de lo que se debe y no se debe decir.
No se libra nadie, no nos libramos nadie, ni cantantes (¿verdad, Albert Pla?), ni revistas satíricas (¿verdad, Mongolia?), ni periodistas (¿verdad, Xuan Cándano?), ni pintores (¿verdad, Toño Velasco?). Y quienes jalean con alborozo, al soportar tamañas ofensas de sea lo que sea, los actos censores imagino que pensarán que están libres de pecado. Quizá despierten cuando reciban la primera pedrada en su cara.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 1 de noviembre de 2013.