Hace 90 años nació en París Lucien Ginsburg; el 2 de abril de 1928, por tanto. Así, la dulce Francia dio a la música popular un hijo de enorme talento, complejo, escandaloso, procaz, alcohólico, solitario, depresivo, fumador de Gitanes sin parar, adicto, insoportable, repulsivo muchas veces, tantas como autor de canciones magistrales en muchos casos que, desde la cuna del jazz, fueron subiéndose a los estilos que llegaban desde el universo anglosajón a la Francia de mitad del siglo XX.
Genial judío francés, discípulo de Boris Vian, hijo de su siglo, de padre y madre de Ucrania y de Crimea, que encontraron en París el amparo de todos los horrores que Europa proporcionaba sin piedad. Ejemplo infalible de vida extrema e incorrecta que engendra una obra creativa genial, imprescindible, influyente; sin dormir, oliendo ese olor de la noche canalla que está a un paso de convertirse en olor putrefacto, expulsando ese sudor lleno de sangre y de lágrimas.
(Publicado en El Cuaderno en abril de 2018. Puedes leer aquí el texto completo).