En los desayunos que cada mañana compartimos en Oviedo somos familias payas y familias gitanas y hoy es el Día Internacional del Pueblo Gitano y lo hemos celebrado con un poco de charla, otro poco de música, empanada, bollos preñaos, cerveza y refrescos.
Lo hemos celebrado esta tarde porque, ya que compartimos leche y bizcocho cada mañana, pensamos que era cosa de celebrar y de ensanchar el conocimiento recíproco, de cimentar la convivencia armónica y de eliminar tópicos, y para celebrar, nada mejor que guitarra y cajón y empanada y cerveza y refrescos, porque siempre lo único que queremos, sea nuestra procedencia la que sea, es comer, beber y amar, estar con la gente que queremos, compartir un trozo de empanada y escuchar música y que alguien haga hablar a las cuerdas de una guitarra, porque a ello nos obliga Bruce Springsteen cuando espera a que Mary deje de bailar para huir, o ese gesto tan básico de marcar el ritmo, o de seguirlo, haciendo percusión.
Hay una genealogía en que, comiendo empanada y bebiendo un refresco, nos unimos a la pandilla que de modo tan genial retrató Sánchez Ferlosio en El Jarama. Comer, beber, amar, escuchar música, compartir, tratar de cimentar relaciones y de derribar tópicos, convivir, aunque no acabemos de entendernos, guitarra y percusión, tan sencillo, tan complejo, un chaval gitano que empieza joven con la guitarra, el orgullo de su madre, sufridora, cuando nos dice «toca muy bien», ese brillo en los ojos que alumbra la pupila cuando sentimos orgullo de alguien a quien queremos…
Y esto es porque nos gusta, porque creemos que debemos hacerlo, pero, sobre todo, porque hay que mostrar a nuestros chicos y a nuestras chicas modelos de convivencia en la diferencia y hasta en la incomprensión, porque hay que mostrarles que se puede, porque hay que desbrozar el camino para llegar a unas cuerdas de guitarra y a un cajón, para que lo toquen, para que lo escuchen, para que se emocionen y aprendan, porque da gusto merendar con esas criaturas que tienen que ir bien calzadas al colegio, porque hay una nena que tenía los pies fríos, y ahora sale Esclarecidos, que tiene una canción sobre los pies fríos, y la nena tenía los pies fríos porque tenía unos playeros rotos y no hay nena en los desayunos que vuelva al cole con los pies fríos y la solidaridad hizo que, en un par de horas, tuviéramos varios pares de botas, y ayer su madre, también orgullosa, paya o gitana, vino a enseñarnos los pies calientes de la niña guarecidos por unas botitas azules forradas…
Aquí estamos, después de merendar y de hablar, y ojalá transmitamos, a esas criaturas, modelos de convivencia sencillos, solidarios y llenos de acordes de guitarra.
Lo hemos celebrado esta tarde porque, ya que compartimos leche y bizcocho cada mañana, pensamos que era cosa de celebrar y de ensanchar el conocimiento recíproco, de cimentar la convivencia armónica y de eliminar tópicos, y para celebrar, nada mejor que guitarra y cajón y empanada y cerveza y refrescos, porque siempre lo único que queremos, sea nuestra procedencia la que sea, es comer, beber y amar, estar con la gente que queremos, compartir un trozo de empanada y escuchar música y que alguien haga hablar a las cuerdas de una guitarra, porque a ello nos obliga Bruce Springsteen cuando espera a que Mary deje de bailar para huir, o ese gesto tan básico de marcar el ritmo, o de seguirlo, haciendo percusión.
Hay una genealogía en que, comiendo empanada y bebiendo un refresco, nos unimos a la pandilla que de modo tan genial retrató Sánchez Ferlosio en El Jarama. Comer, beber, amar, escuchar música, compartir, tratar de cimentar relaciones y de derribar tópicos, convivir, aunque no acabemos de entendernos, guitarra y percusión, tan sencillo, tan complejo, un chaval gitano que empieza joven con la guitarra, el orgullo de su madre, sufridora, cuando nos dice «toca muy bien», ese brillo en los ojos que alumbra la pupila cuando sentimos orgullo de alguien a quien queremos…
Y esto es porque nos gusta, porque creemos que debemos hacerlo, pero, sobre todo, porque hay que mostrar a nuestros chicos y a nuestras chicas modelos de convivencia en la diferencia y hasta en la incomprensión, porque hay que mostrarles que se puede, porque hay que desbrozar el camino para llegar a unas cuerdas de guitarra y a un cajón, para que lo toquen, para que lo escuchen, para que se emocionen y aprendan, porque da gusto merendar con esas criaturas que tienen que ir bien calzadas al colegio, porque hay una nena que tenía los pies fríos, y ahora sale Esclarecidos, que tiene una canción sobre los pies fríos, y la nena tenía los pies fríos porque tenía unos playeros rotos y no hay nena en los desayunos que vuelva al cole con los pies fríos y la solidaridad hizo que, en un par de horas, tuviéramos varios pares de botas, y ayer su madre, también orgullosa, paya o gitana, vino a enseñarnos los pies calientes de la niña guarecidos por unas botitas azules forradas…
Aquí estamos, después de merendar y de hablar, y ojalá transmitamos, a esas criaturas, modelos de convivencia sencillos, solidarios y llenos de acordes de guitarra.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 8 de abril de 2016.