Tenemos a Paula Rojo, que viene a apoyar nuestros desayunos de la calle Paraíso, y le contamos y nos fotografiamos y comparte en sus redes y tenemos un aluvión de gente que nos sigue ahora y también que se ofrece para ayudar.
Tenemos a Tito Montero, autor, y a Jorge Salvador, editor en Pez de Plata, que nos donan ejemplares de la primera novela de Tito,  10 corsarios, para los desayunos y vamos a pedir turrón del blando y, a cambio, daremos un libro, porque, antes de irnos de vacaciones de Navidad, queremos dar al menos una tableta a cada familia.
Tenemos hostelería, restaurantes, cada vez más y cada vez con más generosidad, que nos dan leche y muchas cosas, y vamos a tratar de hacer algo, a ver si podemos, en lo que tenemos mucho interés, práctico, sin duda, material, pero también ideológico, rescatar aquella comida en perfecto estado, pero que, sin embargo, al acabar la jornada, y día a día, se tira. Ya rescatamos algo, comida estupenda que gracias a la complicidad de una panadería de nuestro Oviedo Antiguo recogemos y llevamos y hay criaturas que comen los bollos con chocolate con auténtica delicia. Y nos interesa rescatar esa comida porque la comida cocinada es oro puro, porque requiere solo unos minutos de energía para calentarla. Y porque da igual que se hagan mesas contra la pobreza, da igual que se den salarios sociales, da igual que nos desgañitemos por las mañanas en Paraíso, da igual, todo da igual.
Da igual mientras tiremos todas las noches comida a manos llenas, comida que podría rescatarse si hubiera verdadero interés, que podría rescatarse si supiéramos mirar, que podría rescatarse si diéramos una vuelta a algunas de nuestras cosas cotidianas, que podría rescatarse si la política de las instituciones fuera más innovadora, menos ampulosa y menos encorsetada.
Estamos logrando rescatar una pequeñísima parte y es tanto…
Pero también una asociación de estudiantes va a hacer una recogida y como les ha calado lo que contamos sobre pobreza energética van a pedir latas de alimentos cocinados. Y turrón.
Y recibiremos otro donativo de chocolatinas y de caramelos de chocolate y nos lo ofrecen con pudor, que quizá no se ajuste a lo que hacemos.
Y decimos que nos encanta ese donativo porque nos encanta dar caprichos porque a quién no le gustan los caprichos porque no podríamos estar solo en la solemnidad y porque dosis de frivolidad en forma de chocolate quién no las necesita.
Con esto trato de explicar en poco tiempo muchas cosas, algunas solo intuidas, otras apenas empezadas y muchas quizá imposibles, pero no es fácil sintetizar todo lo que estamos viviendo en Paraíso, este mes y medio que llevamos de ofrecer desayunos y de repartir alimentos. No es fácil sintetizar la increíble ola solidaria, no es fácil sintetizar cómo hacer para que la comida no vaya a la basura, no es fácil sintetizar esa necesidad de salvación.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 21 de noviembre de 2014.