I began this on Alymer Street in Montreal and finished it a year or so later at the Chelsea Hotel in New York. I didn’t think I was saying goodbye but I guess I was. She gave me many songs, and she has given songs to others too. She is a Muse. A lof of people I know think that there is nothing more important than making a song. Fortunately, this belief arises infrequently in their conversation.

LC

Me entero de la muerte de Marianne Ihlen dos días después de su anuncio, un día después de su muerte, sesenta años después de Hydra, cincuenta años después de «So Long, Marianne». Pongo mi versión preferida de la canción, la del concierto de Oslo del año 1993, en la que se incluyen unos versos que la hacen mayor, en la tierra de Marianne, que hacen mayor a Marianne, y me pongo a llorar, por la canción, por el amor, por la venganza de los ángeles, por la despedida, por la muerte, por la certeza de que no se puede hacer nada si ser rubia guapa noruega joven en la Hydra de los años sesenta no hace que los ángeles se apiaden de nuestros olvidos tontos.
Quiero ser otra Marianne, Faithfull, rubia guapa inglesa joven en el Londres de los años sesenta, pero también Marianne Ihlen, que en la ruptura provocó la canción de canciones, la canción que no soportaría no escuchar. Peor: la que no soportaría, escuchándola, no sentir. La que no soportaría que no me conmoviera, que no me golpeara, que no me moviera, que no me provocara temblor, que no me hiciera llorar. Que no me hiciera desear ser Marianne.
Pienso en que probablemente no vuelva a escuchar esta canción en directo, probablemente Leonard Cohen no vuelva a hacer una gira, pienso en las veces en que pude ver a Leonard Cohen cantando esta canción, con el público cantándola, porque es un himno, pienso en la vida ordenada por lo que dicen las canciones de Leonard Cohen, con el que hablo muchas noches en mi casa, como el ángel que, cuando olvido pedirle consejo varias noches, se venga, provocando pequeñas tormentas, son avisos, como el ángel que me acompaña, que me orienta, que me ayuda a entender, pero que exige hecatombes.
Quiero ser rubia porque lo dice Leonard Cohen en «Hey, That’s No Way», porque Marianne Faithfull es rubia y porque Marianne Ihlen es rubia. Quiero ser rubia porque no soportaría no sentir cuando escucho «So Long, Marianne». Porque quiero escribir una canción. Porque quiero que me escriban una canción. Aunque la canción sea de despedida y sea un castigo de los ángeles.
Marianne, que abrazó un pararrayos en la tormenta, como sacrificio en la hecatombe, como cincuenta años de castigo de la canción más hermosa.