Seguro que sin pensarlo y aun sin quererlo la masiva movilización del tren de la libertad ha hecho justicia con Begoña Piñero Hevia. O, mejor que justicia, la ha puesto a ella en el foco, al fin, a ella, que se dedica a empujar, a promocionar, a visibilizar, a escuchar, desde hace tantos años, a otras mujeres.
Y no es, no, porque ella no se haga escuchar, porque no grite fuerte y claro, porque rehúya la plaza pública. Begoña fue de las primeras que me dijo eso de «Belén, si te dan un altavoz, úsalo, porque no hay tantas oportunidades». Pero ella, generosa, sin pretender protagonismo, con honestidad, con transparencia, sin envidias, nos abre puertas a otras si le gusta lo que hacemos.
Y de una reunión de compañeras y de amigas salió el tren de la libertad, que desbordó todo, desbordó asistencia, desbordó medios de transporte, desbordó petos, desbordó gargantas, desbordó Madrid. Y en la floristería, porque Begoña es florista, porque también es Begoña Flo, porque también cantaba con Emilio el fulgor y la muerte de un héroe que llegó a California tras la llama del oro, que recorría la tierra de Chile; y en la floristería, digo, había flores y petos y amigas y voces y risas.
Y el tren llegó a Madrid y Begoña se convirtió en la cara y en la voz. Y ella, que se dedica a reconocer sin tapujos que hacemos las cosas bien cuando cree que las hacemos bien, ella, por fin, estuvo en el foco. Y fue portada de El País y tuvo mil entrevistas y encabezó ese grupo de mujeres que registraron un texto en el Congreso. Y ya sé que ella no quiere protagonismo, que nos estaba representando a tantas, pero, al fin, en ese grito contra el retroceso, contra el aislamiento, contra el paternalismo, contra la teocracia, contra la soberbia, contra la imposición, contra la crueldad de que te obliguen a parir un cuerpo sin cabeza, si no demuestras que estás enajenada, ella ocupó el primer plano, al fin ella fue la visible por encima de tantas y de tanto, al fin ella ocupó el sitio que, sin pretenderlo, llevaba trabajando tantos años.
Begoña Piñero Hevia me presentó a esta casa, en que tan a gusto me siento; que me sirve tanto para hablar de las obsesiones que quiero compartir; que me obliga a esforzarme en la escritura. Gracias, Begoña, por esto y por el resto.
Y, aunque sea cosa rara, hay que seguir preguntando al amor, que es como preguntar cerezas al cerezo.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 7 de febrero de 2014.