Foto: Iván G. Fernández.

(Esta columna se publicó en el diario El Comercio el 20 de febrero de 2023. Puede leerse aquí con suscripción. A continuación, se transcribe el texto completo).

Cuando alguien rechaza en su barrio un centro en que se atienda a personas toxicómanas o a transeúntes, cuando alguien se mofa de eso que se conoce como «las colas del hambre», cuando alguien dice que la mejor política pública de vivienda es la ausencia de política, que liberalizando el suelo y otorgando muchas licencias para construir pisos ya regulará el libre mercado el acceso a la vivienda; cuando alguien dice estas cosas o parecidas, yo pienso que son personas que creen que habitan en el País de las Personas Salvadas, aquel donde ni nosotras ni nuestra gente querida necesitamos un recurso de ayuda, una prestación, una subvención pública. Pero también sé que nadie habitamos el País de las Personas Salvadas, pensar lo contrario es ingenuo e individualista, que se lo digan a tantos hombres y a tantas mujeres pertenecientes a esa clase que se conoce como «media», que han visto bajar sus recursos económicos en los últimos años de modo acelerado, por la crisis de la burbuja inmobiliaria, por la crisis del COVID-19, por la de la guerra, por la de los materiales, por… Por esta intolerable inflación, que nos empobrece, día a día. Empobrece más a unas que a otras, pero nos empobrece a todas, menos a quienes ponen el grito en el cielo ante la subida del salario mínimo interprofesional, por ejemplo, o por una prestación como el ingreso mínimo vital, mientras cobran salarios de cientos de miles de euros anuales.
Para quienes saben, quienes sabemos, que no habitamos el País de las Personas Salvadas, tengo el honor de encabezar una candidatura para concurrir a las próximas elecciones municipales, de 28 de mayo de este año, de mi concejo, de Oviedo. Una candidatura aún en construcción, apoyada por el momento por Podemos Uviéu, conmigo como candidata independiente.
«Independiente», decimos, porque no milito en organización política alguna, pero dependiente de mi ciudad, de mi municipio, dependiente de quienes buscan ayuda en su Administración más cercana; de quienes protegen nuestro patrimonio natural, de quienes no quieren horadar el monte Naranco, y se oponen a la Ronda Norte, y de quienes combaten las actividades contaminantes que hacen que respiremos mal y nos envenenemos; de quienes protegen nuestro patrimonio histórico, cultural, industrial y nuestra memoria obrera, oponiéndose a la operación especulativa que se cierne sobre el conjunto ocupado por la antigua Fábrica de Armas de La Vega, antes por monjas desamortizadas, antes, mucho antes, parece que por el complejo palatino de un rey principal de la monarquía asturiana, Alfonso II el Casto.
Dependiente de quienes quieren recuperar las fiestas de nuestro pueblo, las fiestas de San Mateo, para todo el mundo y para todas las músicas, con conciertos gratuitos donde quepan pequeñas, pequeños y mayores y en los chiringuitos no suenen las mismas canciones, siempre y a la vez.
Dependiente de quienes defienden las bibliotecas públicas, recursos de cultura popular y de comunidad.
Dependiente de quienes quieren recuperar los bancos arco iris; dependiente de las personas con diversidad funcional y encuentran obstáculos en aceras estrechas o en bordillos inaccesibles; dependiente de los barrios más desatendidos, con solares insalubres; de los que lindan con el campo y la linde es una línea de maleza y basuras. Y de tantas y tantas reivindicaciones, anhelos y peticiones que escucho, desde que hace unos meses, para preparar la candidatura como es debido, visito, acompañada por personas de mi equipo y por vecinas y vecinos, los barrios de la ciudad, las localidades del concejo, su medio rural, su patrimonio natural y cultural, y me reúno con la sociedad civil organizada, en asociaciones y plataformas vecinales, sociales, profesionales; de atención a la salud, física y mental, a la diversidad funcional, a la promoción de la cultura…
Dependiente de quienes son herramientas fundamentales de participación ciudadana, que debe ser procurada, y cada vez más y más perfeccionada, por el poder local.
También me reúno con organizaciones políticas y con organizaciones sindicales, pues no hallarán en mí discurso ni contra unas ni contra otras. Antes al contrario, son actores primeros en cualquier sociedad que se pretenda democrática y aspire a serlo en profundidad.
Por eso aspiro a esta candidatura unitaria, a que seamos más en ella, aquí, y aspiremos juntas a ganar.
Escucho a Fito Páez cantar «quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón». Puedo decir que vengo a ofrecer mi corazón y «que no será tan simple como pensaba». Pero diré que vengo a ofrecer mi trabajo exhaustivo para llegar a cada rincón de este pequeño lugar del mundo que conocemos como Uviéu, como Oviedo; para hablar con todas las personas que pueda; para pelear por la justicia social, que es algo que no solo atañe a quienes consideramos «de abajo», nadie habitamos el País de las Personas Salvadas.
Diré que la ciudadanía ovetense mayor de edad, soberanamente, tendrá la última palabra al introducir su voto en la urna el último domingo del próximo mes de mayo, pero diré que yo no salgo con ánimo perdedor ni con la pretensión de sacar representación. Esta tarea titánica me apasiona, me llena de ilusión y de fuerza. Y me la creo. En compañía de otras, yo salgo a ganar.