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Damos desayunos diarios y repartimos alimentos para desayunos todos los viernes por la tarde, en Oviedo, en la calle Paraíso. A veces, por algún donativo, recibimos alimentos no de desayunos, lentejas y garbanzos, las familias quieren lentejas y no quieren garbanzos, y nos acaban diciendo que es por el tiempo de cocción.
Damos desayunos diarios y repartimos alimentos para desayunos todos los viernes por la tarde. Llegamos bien a los desayunos diarios. Al reparto llegamos con austeridad y sin colmar las expectativas generadas por la precaria situación de muchas familias. Cuando acabamos, a media tarde del viernes, el reparto, nos preguntamos cómo vamos a llegar al reparto siguiente. Al reparto llegamos gracias a la generosidad de quienes donan, en una muy gran mayoría gente trabajadora a la que nada sobra: no es demagogia, es la realidad. No es mitificación de la necesidad, no es mitificación del trabajo voluntario, no es apología del currito, es la realidad. No es gazmoñería.
La Alianza Nacional contra el Hambre y la Malnutrición de España presentó recientemente un estudio en Oviedo en el que concluye que en las familias de menos recursos es más frecuente la obesidad consecuencia del tipo de alimentación al que acceden; el hambre es minoritaria en estas familias, frente a la malnutrición. El hambre se combate con la malnutrición.
Hay que seguir peleando por la buena alimentación y por la redistribución, que debería ser distribución, de materias primas, de materias elaboradas, de las fuentes de energía, de la energía transformada, de la leche, de la fruta, de la verdura, del pescado, de las abejas, del cacao, del maíz…
Pero, en el día a día del reparto, en el día a día de los donativos, optamos por tratar de eliminar el fantasma del hambre y por llegar a cuarenta familias, y no a cuatro.
Y ahora me acuerdo, con todo esto, de duerme, duerme, negrito.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 21 de marzo de 2014.