Sí, si tengo que escoger entre un bote de penicilina y Rayuela para salvarme, escojo la penicilina, claro. O si me dicen que elija entre un torniquete o un poema de San Juan de la Cruz, el torniquete. O si entre una aspirina ante síntomas de infarto y La señora Dalloway, el ácido acetilsalicílico, sin duda.
Lo que puede llegar a salvar vidas está claro y la vida no se salva orando, leyendo El cuervo o pasando el agua, que no llevamos recorridos años y años de conocimiento científico e investigación para andarnos con tonterías.
Pero una vez con lo básico resuelto, en mayor o menor medida, esa segunda vida que hay que salvar también importa. Esa vida de detrás de la vida de amasijo físico-químico. Hay quien se refiere a ella como alma, hay quien como psique, hay quien como amasijo de emociones. Sea lo que sea, es esa segunda vida que se coloca detrás de la primera, una vez que en esta tenemos lo básico resuelto, más o menos. Y también conviene salvarla. O tratarlo. Quizá sea solo tratarlo porque quizá sea lo que estemos buscando. Como ya sabemos que en el viaje lo que importa es el camino, no el destino, en la salvación de la vida que está por detrás nos perdemos, como excusas, en tratar de alcanzarla viendo mil veces repetido el gol de Maradona, escalando el Urriellu…, pero también leyendo El cuervo o La señora Dalloway o… Escuchando música, devorando música, conociendo música.
Y quién quiere la salvación de esa otra vida si para alcanzarla devoramos música y siempre la descubrimos. O la redescubrimos. O nos la volvemos a tropezar, aquella que fue educación sentimental cuando vamos teniendo años y medio de casualidad y, puf, nos explota en la cara y recordamos que nos salvó, a lo mejor la primera vida, a pesar de los escépticos, de aquella, porque la segunda sabemos que no la tenemos salvada porque quién abandona el camino, y volvemos a ella en este segundo camino de salvación imposible.
Sí, la música salva vidas.
Mañana, en el teatro de la Laboral, Radio 3 celebra su fiesta como homenaje a la siempre interesantísima escena gijonesa. Trataremos de estar, para seguir en el camino de la salvación, corriendo para coger sitio, como cuando los 20, los 30, los 40 y casi los 50.
Porque quién quiere salvar la segunda vida teniendo el orfidal o el acetilsalicílico del rock and roll.
Sí, la música salva vidas, y también acaba con ellas. Mañana, en la Laboral, el hueco en el escenario de Los Locos estará vacío.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 12 de diciembre de 2014.