Cuando escribo esta columna, acaban apenas de conocerse los resultados de las elecciones del domingo y estamos en plena digestión. Pueden hacerse análisis, más o menos apresurados, y ahora toca pactar y empezar, engulléndolos o masticándolos, a tragar sapos, como el sapo que besó a Ana Ozores desmayada en la catedral de Oviedo.
Análisis de todo tipo habrá a estas alturas a cientos, de aquí y de allá, análisis desde esquinas diversas, análisis certeros, acertados, rigurosos. Parece que no se debe hablar de otra cosa, y de fútbol, que en Oviedo y en Gijón estamos ahí, pero no tenemos nada aún y la temporada puede resultar inservible, pero este fin de curso asturiano está teñido de resultados, salidos de las urnas y de los campos, y de medir al adversario.
También acerca de fútbol se escribe mucho. Y se escribe bien. Y quien escribe mucho y bien sobre fútbol nos enseña la vida. Y como se escribe mucho y bien de ciencia política y sociología y de fútbol y la gente experta en estas disciplinas abunda en la escritura quiero contar que hay siete músicos en Oviedo que, una vez más, esta vez en el escenario de un teatro, nos recordaron, por si se nos olvida, por qué, como el fútbol puede contarnos, necesitamos canciones que nos cuenten, que nos miremos a ese espejo que son y nos leamos.
Por qué, ahora que va a haber nuevos gobiernos, en Asturias y en los concejos, es tan necesaria una política cultural ordenada, rigurosa y con recursos, por qué es tan necesario un discurso con hechos de apoyo a la industria cultural, por qué hay que ordenar, de una vez y para siempre, la música en directo en los bares, que se puede hacer y que se debe hacer, que hay maneras y que los bares, como hacen falta los campos de tercera para que hayamos podido despedir a Xavi Hernández como el excepcional deportista que es, son fundamentales para que el viernes, en el teatro Filarmónica, hayamos podido ver y escuchar a Alberto & García, hay que ordenar y atender tantas cosas, la música en directo sin falta, ayudar desde la política autonómica y municipal en lo que se pueda para curar las heridas ocasionadas por el veintiuno por ciento de IVA, y pedir ordenar, pero poner de nuestra parte asistiendo a conciertos, para poder pagar a técnicos y que los lutieres sigan teniendo demanda.
Política y fútbol, estos días más que siempre, y, en el escenario del teatro Filarmónica, casi al final del concierto, Alberto hace una genuflexión para apoyar su oreja en la guitarra, es un segundo, el último acorde afinado, ese segundo del músico arrodillado para escuchar de cerca su guitarra, esa necesidad de la supervivencia del trabajo en la música, imprescindible, para poder seguir escuchando, también muy cerca, en el cuarto y en el escenario, Ley de gravedad, el disco de Alberto & García, que resulta ser solo, y tanto, una poética del temblor.
Asturias24 – 27 de mayo de 2015.