Los cursos acaban y parece que decimos lo mismo que el año pasado. Pero, no, no al menos en este caso. Porque hoy, como el curso pasado, decimos adiós a los desayunos, pero, como el curso pasado, han sucedido cosas que hacen que este resumen apresurado tenga otro contenido, un poco diferente.
Hoy han sido las últimas clases de Primaria y con su fin dejamos de dar desayunos en Oviedo, gratuitos, sin necesidad de papeles, para chicos y chicas, antes de ir a colegios e institutos porque desde hace un par de meses abrimos más temprano para llegar al alumnado de Secundaria.
¿Y qué ocurrió?
Que no solo llegamos a la Secundaria, sino que llegamos a familias que viven algo lejos.
Empezamos en la calle Paraíso, en el local de la asociación Partycipa, como el año pasado, pero acabamos en la calle Martínez Vigil, en la cervecería Ca Beleño, otra cosa distinta. Con un apéndice en un muy cercano local, antiguo bar Feito, luego Armónica. Gracias a la generosidad de Frankie y Blanca, de las hermanas Feito.
En el Ca Beleño y en nuestro almacén, nos juntamos familias payas y gitanas, de Venezuela, la República Dominicana, Marruecos, Senegal. En espacios que a veces se quedaron chiquitos para tanta gente, pero que siempre fueron acogedores, cómodos y confortables. Afayaízos, palabra asturiana que lo incluye todo.
Y en la terraza del Ca Beleño, un nene y una nena de ojos profundísimos consolidaron su amistad con la boca de la verdad que, en el jardín minúsculo, les contó lo que pensaba de todo esto con palabras de agua. Esto también ha sido nuevo.
Escuchamos más música, nueva música, día a día. Nueva y vieja, pero más, en el Ca Beleño, que se convirtió en la Tower of Song descrita por Leonard Cohen, con Hank Williams tosiendo cien pasos más arriba.
Pero los árboles nos siguen dejando ver el bosque. Las toses de Hank Williams no nos preocupan. Su fantasma puede incordiarnos el sueño. Lo terrible son las toses infantiles que no dejan de sonar, que es igual la estación del año. Porque las casas están deterioradas, el frío entra por las rendijas y hay humedad y no hay dinero para reparación y no hay dueño que quiera reparar y no hay salario para irse a vivir a otro sitio mejor y no hay calefacción y no hay dinero para pagar medicamentos y no hay nada.
Y tantas cosas, tanta solidaridad de donativos, de puntos de recogida. De enseres, de ropa, de vehículos, de bizcochos recién hechos y magdalenas calientes. De trabajadores en la puta calle, de eurodiputadas, de trabajadores en activo, de facultades, de colegios.
Hemos explicado en colegios, en institutos.
Nos hemos reunido con personas de Avilés y de Ventanielles para contarles. Porque quieren sacar adelante desayunos y se han fijado en nuestro modelo. Tres consignas: discurso, seriedad, decisión. Un consejo: ni caso a los mensajes agoreros.
Algunas personas vinieron para encontrar alimentos y se convirtieron en voluntarias. Otras vinieron para ser voluntarias y se llevaron alimentos.
Y conjuramos las soledades.
Ahora tocan descansar, evaluar, decidir. Esconderse un poco.
Hoy han sido las últimas clases de Primaria y con su fin dejamos de dar desayunos en Oviedo, gratuitos, sin necesidad de papeles, para chicos y chicas, antes de ir a colegios e institutos porque desde hace un par de meses abrimos más temprano para llegar al alumnado de Secundaria.
¿Y qué ocurrió?
Que no solo llegamos a la Secundaria, sino que llegamos a familias que viven algo lejos.
Empezamos en la calle Paraíso, en el local de la asociación Partycipa, como el año pasado, pero acabamos en la calle Martínez Vigil, en la cervecería Ca Beleño, otra cosa distinta. Con un apéndice en un muy cercano local, antiguo bar Feito, luego Armónica. Gracias a la generosidad de Frankie y Blanca, de las hermanas Feito.
En el Ca Beleño y en nuestro almacén, nos juntamos familias payas y gitanas, de Venezuela, la República Dominicana, Marruecos, Senegal. En espacios que a veces se quedaron chiquitos para tanta gente, pero que siempre fueron acogedores, cómodos y confortables. Afayaízos, palabra asturiana que lo incluye todo.
Y en la terraza del Ca Beleño, un nene y una nena de ojos profundísimos consolidaron su amistad con la boca de la verdad que, en el jardín minúsculo, les contó lo que pensaba de todo esto con palabras de agua. Esto también ha sido nuevo.
Escuchamos más música, nueva música, día a día. Nueva y vieja, pero más, en el Ca Beleño, que se convirtió en la Tower of Song descrita por Leonard Cohen, con Hank Williams tosiendo cien pasos más arriba.
Pero los árboles nos siguen dejando ver el bosque. Las toses de Hank Williams no nos preocupan. Su fantasma puede incordiarnos el sueño. Lo terrible son las toses infantiles que no dejan de sonar, que es igual la estación del año. Porque las casas están deterioradas, el frío entra por las rendijas y hay humedad y no hay dinero para reparación y no hay dueño que quiera reparar y no hay salario para irse a vivir a otro sitio mejor y no hay calefacción y no hay dinero para pagar medicamentos y no hay nada.
Y tantas cosas, tanta solidaridad de donativos, de puntos de recogida. De enseres, de ropa, de vehículos, de bizcochos recién hechos y magdalenas calientes. De trabajadores en la puta calle, de eurodiputadas, de trabajadores en activo, de facultades, de colegios.
Hemos explicado en colegios, en institutos.
Nos hemos reunido con personas de Avilés y de Ventanielles para contarles. Porque quieren sacar adelante desayunos y se han fijado en nuestro modelo. Tres consignas: discurso, seriedad, decisión. Un consejo: ni caso a los mensajes agoreros.
Algunas personas vinieron para encontrar alimentos y se convirtieron en voluntarias. Otras vinieron para ser voluntarias y se llevaron alimentos.
Y conjuramos las soledades.
Ahora tocan descansar, evaluar, decidir. Esconderse un poco.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 19 de junio de 2015.