En realidad, hubiera sido mucho mejor que hubiera venido a recitar su poesía tan llena de música. En realidad, hubiera sido preferible verlo y escucharlo en el escenario del teatro Campoamor golpeándonos hasta las lágrimas mientras nos cuenta las idas, las venidas, las despedidas de Jane, de Marianne, de Janis, de Alexandra… La de Suzanne es maravillosa, pero es otra cosa. Suzanne es un bálsamo, es como un jarabe dulce para el dolor de cabeza, es como el abrazo en silencio, es un bálsamo, es casa, es una maravilla, pero no provoca el latigazo, la conmoción, la emoción de Jane, de Marianne, de Janis, de Alexandra.
En realidad, qué hubiera sido lo preferible, qué sé yo. Lo único cierto, lo único real, lo único necesario son sus canciones, que nos acompañan desde antes de nacer. En cualquiera de los soportes que se inventan, que se van y que vuelven, porque la aguja rascando el vinilo, que ya sé que no tiene por qué ser así, pero que es, que es porque también es casa y es manta en el sofá, la aguja rascando el vinilo está ahí, leyendo el disco, y releyéndolo.
Y nos acompañan en los conciertos que no han sido aquí, aunque sí han sido cerca. Y, sí, escuchar en directo esa despedida arrebatadora, elegante y cínica como la que más, que no es una forma de decir adiós, la forma de decir adiós con anestesia cuyo efecto, cuando desaparece, deja los miembros más doloridos, deja el corazón entumecido, escucharla en directo es acariciar la seda más pura, más salvaje.
Las ventanas, los gitanos, Dios, la religión, el sexo, la despedida, las cuchillas, el pueblo judío, la añoranza del amor, los besos profundos. La rebelión ante la condena a veinte años de aburrimiento. La vida secreta. Esa vida secreta debajo de la vida que se ve. Oculta tras lo que hacemos cada día para ir tirando. Esa vida secreta.
Pero qué hubiera sido lo preferible, no lo sé, como recibió el premio, el premio se ha quedado aquí, pues donó su dotación económica a la Universidad y la Universidad creó una cátedra con su nombre y al abrigo de la cátedra se sigue avanzando en saber qué es eso de escribir y cómo se hace y qué es eso de la poesía y anda por aquí estos días, más, aunque más es imposible, ya que la cátedra acaba de arrancar con sus actividades y no sé qué hubiera sido mejor, lo mejor es el privilegio de haber tenido los medios materiales y de los otros para haber recibido el magisterio, en los mismos muros universitarios, que, entre otras cosas, me ha conducido a vivir con las palabras de Leonard Cohen pegadas a la piel, como se pega a la piel la tela prendida en fuego.
En realidad, qué hubiera sido lo preferible, qué sé yo. Lo único cierto, lo único real, lo único necesario son sus canciones, que nos acompañan desde antes de nacer. En cualquiera de los soportes que se inventan, que se van y que vuelven, porque la aguja rascando el vinilo, que ya sé que no tiene por qué ser así, pero que es, que es porque también es casa y es manta en el sofá, la aguja rascando el vinilo está ahí, leyendo el disco, y releyéndolo.
Y nos acompañan en los conciertos que no han sido aquí, aunque sí han sido cerca. Y, sí, escuchar en directo esa despedida arrebatadora, elegante y cínica como la que más, que no es una forma de decir adiós, la forma de decir adiós con anestesia cuyo efecto, cuando desaparece, deja los miembros más doloridos, deja el corazón entumecido, escucharla en directo es acariciar la seda más pura, más salvaje.
Las ventanas, los gitanos, Dios, la religión, el sexo, la despedida, las cuchillas, el pueblo judío, la añoranza del amor, los besos profundos. La rebelión ante la condena a veinte años de aburrimiento. La vida secreta. Esa vida secreta debajo de la vida que se ve. Oculta tras lo que hacemos cada día para ir tirando. Esa vida secreta.
Pero qué hubiera sido lo preferible, no lo sé, como recibió el premio, el premio se ha quedado aquí, pues donó su dotación económica a la Universidad y la Universidad creó una cátedra con su nombre y al abrigo de la cátedra se sigue avanzando en saber qué es eso de escribir y cómo se hace y qué es eso de la poesía y anda por aquí estos días, más, aunque más es imposible, ya que la cátedra acaba de arrancar con sus actividades y no sé qué hubiera sido mejor, lo mejor es el privilegio de haber tenido los medios materiales y de los otros para haber recibido el magisterio, en los mismos muros universitarios, que, entre otras cosas, me ha conducido a vivir con las palabras de Leonard Cohen pegadas a la piel, como se pega a la piel la tela prendida en fuego.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 31 de octubre de 2014.