Llegar a los Oscos por el puerto de La Garganta, una de las carreteras más hermosas de Asturias, si el puerto está nevado es como avanzar en un paisaje de ninguna parte y la sensación es perfecta para estar allí por no querer estar en otro lado, para imaginarnos en la huida, recorrer los Oscos y llegar a la Marquesita, en San Martín, que es un buen lugar para encontrarse y para separarse, todo en un par de días, en un fin de semana, llegar hasta aquí para reconocerse solo en la pasión, todo esto, o casi, lo cuenta Nacho Vegas, y podemos reconocer nítidamente los Oscos, a los que se llega por La Garganta, que hay que atravesar en silencio o con algo de música, pero sin hablar, sin distraerse nada más que en el paisaje, y Nacho dice ahí que se reconoce solo en la pasión, al fin.
Reconocerse en la pasión no quiere decir reconocerse en la irracionalidad. Reconocerse en la pasión es fundamental para seguir viviendo de un cierto modo tan bueno o tan malo, tan vulgar como otro cualquiera, pero es fundamental para seguir viviendo de un cierto modo. Y, no, no es reconocerse en la irracionalidad, no es hacer las cosas a tontas y a locas, no es renunciar al rigor, es tratar de que la vida no te pase rozando, como si no fuera contigo, es coger la vida por la solapa y zarandearla y besarla en la boca, como también nos cuenta Serrat. Aunque, es verdad, Serrat nos dice que es ella la que nos besa, y solo de vez en cuando. Es ella, la vida, la que toma la iniciativa y quizá reconocerse en la pasión sea solo una forma de distraer el tiempo, mientras esperamos que la vida se decida a besarnos, y sea otra forma de engañarnos, de correr en el vacío, mientras la vida se hace de rogar y, reconociéndonos en la pasión, nos engañamos, esperando nada.
Sea como sea, al reconocernos en la pasión, no podemos dejar de admirar iniciativas como la de la editorial Rema y Vive, asturiana de Gijón, que estos días presenta su segundo ensayo, esta vez, escrito por el profesor de Filosofía y experto en cine Vicente Domínguez, que nos ofrece una lectura de Apocalypse Now que no permite dejar de lado la pasión, la de Joseph Conrad, la de Francis Ford Coppola, la pasión del surf bajo el napalm, la pasión de Kurtz, la pasión de la actuación sobresaliente de Marlon Brando, la enormidad de un actor en cuyo trabajo la pasión se expulsa y lo salpica todo, pasión que nunca es irracionalidad, pues en Marlon Brando está llena de método.
Reconocerse en la pasión no quiere decir reconocerse en la irracionalidad. Reconocerse en la pasión es fundamental para seguir viviendo de un cierto modo tan bueno o tan malo, tan vulgar como otro cualquiera, pero es fundamental para seguir viviendo de un cierto modo. Y, no, no es reconocerse en la irracionalidad, no es hacer las cosas a tontas y a locas, no es renunciar al rigor, es tratar de que la vida no te pase rozando, como si no fuera contigo, es coger la vida por la solapa y zarandearla y besarla en la boca, como también nos cuenta Serrat. Aunque, es verdad, Serrat nos dice que es ella la que nos besa, y solo de vez en cuando. Es ella, la vida, la que toma la iniciativa y quizá reconocerse en la pasión sea solo una forma de distraer el tiempo, mientras esperamos que la vida se decida a besarnos, y sea otra forma de engañarnos, de correr en el vacío, mientras la vida se hace de rogar y, reconociéndonos en la pasión, nos engañamos, esperando nada.
Sea como sea, al reconocernos en la pasión, no podemos dejar de admirar iniciativas como la de la editorial Rema y Vive, asturiana de Gijón, que estos días presenta su segundo ensayo, esta vez, escrito por el profesor de Filosofía y experto en cine Vicente Domínguez, que nos ofrece una lectura de Apocalypse Now que no permite dejar de lado la pasión, la de Joseph Conrad, la de Francis Ford Coppola, la pasión del surf bajo el napalm, la pasión de Kurtz, la pasión de la actuación sobresaliente de Marlon Brando, la enormidad de un actor en cuyo trabajo la pasión se expulsa y lo salpica todo, pasión que nunca es irracionalidad, pues en Marlon Brando está llena de método.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 7 de noviembre de 2014.