Se ve un trozo de cielo azul, ya estamos en primavera, ya hemos cambiado la hora, ya los días son más largos, aunque siguen fríos, y en Asturias no nos podemos confiar, porque quizá en las próximas semanas sigamos con los abrigos y con las botas que aún no dejamos. Lo sabemos bien.
Pero esta primavera, aquí y en el resto de España, es de nuevo una primavera electoral, de campaña, medidas interesadas de los gobiernos, eslóganes, promesas, discursos, propósitos de la enmienda y actos de contrición variados, mensajes mesiánicos, apocalípticos, agoreros y buenistas.
Primavera más incierta que nunca, con entrada en las instituciones de nuevas formaciones políticas o de formaciones políticas no tan nuevas, pero sí aumentada su presencia. Eso se prevé. Eso nos dicen los procesos electorales ya celebrados. Y las encuestas. Y las orejas y los ojos abiertos. Y las redes sociales. Y los medios de comunicación, antiguos y nuevos.
La Junta General del Principado, nuestro Parlamento, ha acabado su actividad ordinaria, con la Comisión de investigación que trataba de averiguar el origen de la fortuna blanqueada, vergonzosamente blanqueada, vergonzosamente blanqueada aunque la hubiera ganado su dueño con el sudor de su frente, de José Ángel Fernández Villa, y trataba, asimismo, de conocer más allá de lo ya sabido el modo de gestión de los fondos mineros. Comisión que se cerró a gritos y sin conclusiones, pero está bien que se haya celebrado, sí, a pesar del protagonismo exagerado del único diputado de UPyD en el Parlamento asturiano, nuestro sistema de mayorías permite y aun alienta los narcisismos; a pesar de la falta de conclusiones y de las voces; a pesar de la incomparecencia por esa ya famosa patología del síndrome confusional, pobrecito el idioma, víctima de las cursilerías y de la corrección política, se nos ha ido el delirio, incluso en aquellos que con sus delirios de grandeza, sus megalomanías, pueden dar al traste con años de honrada y valiente pelea sindical.
Horizonte incierto, apasionante, por tanto, futuro de quién sabe, los humos de aquí y de allá habrán de bajarse si se quiere gobernar, por aquello de que las cifras son tozudas y hay 45 escaños en el Parlamento regional, cuyas sumas dan para lo que dan, y habrá de ceder, porque la aspiración a mayorías absolutas no es sensata, y mover un poquitín esas líneas rojas exquisitas y estupendas, y pasar de las musas al teatro, que, si se quiere gobernar, y a quien se presente a unas elecciones hay que exigírselo, que quiera gobernar, hay que remangarse, bajar a la arena y estar en disposición de sudar, y de tener un discurso concreto y saber componer con los mimbres de la crisis y de las restricciones presupuestarias y financieras y de la escasa tasa de reposición en el empleo público, y tomar decisiones acerca del lobo y la oveja y las listas de espera en la sanidad pública y el fin de la cuota láctea y la dispersión de las sedes judiciales en Oviedo y los terrenos dejados por el HUCA y las reivindicaciones del teatro profesional y la llingua y la contaminación del aire y las comunicaciones ferroviarias y la apertura de las residencias para mayores acabadas y la modernización de la justicia, al menos en sus medios materiales…
Y los desahucios y la infravivienda a precio de vivienda de calidad y la pobreza energética y los medicamentos que hay que pagar y el calzado que hay que pagar y el cepillo de dientes que hay que pagar y la comida que hay que pagar. Y las esquinas rotas para siempre de la primavera.

Asturias24 – 8 de abril de 2015.