Hay que analizar la realidad de modo científico, hay que investigar, hay que hacer estudios cuantitativos y cualitativos, hay que contrastar lo concluido, hay que reunirse y exponer lo averiguado, darlo a conocer, publicarlo, para, así, poder actuar sobre lo que nos encontramos si es que hay que actuar, para corregir o para mejorar. No se ha de actuar a tontas y a locas, sin planificación y con ocurrencias.
De acuerdo.
Pero también es necesaria cierta agilidad práctica, sobre todo, cuando los tiempos son convulsos y tremendos tantas veces, como estos en que nos hallamos. Agilidad práctica, ductilidad, flexibilidad; remover prejuicios y quitar telarañas de los ojos y de los oídos. Con rigor, pero quienes tienen el mandato democrático de administrar el bien común, hoy, tienen que espabilar, más que nunca, que la cosa sigue estando fea, espantosamente fea para tanta gente, y hay que pasar, ya, de las musas al teatro.
Uno de los objetivos que nos marcamos este curso en los desayunos gratuitos que organizamos en Oviedo es recuperar comida cuyo destino, antes de caer en nuestras manos, era la basura estando en perfectas condiciones, comida comestible, y no es redundancia, buena, rica y que se tira, en tiendas de alimentación de cualquier tipo y restaurantes, por la práctica de consumo que tenemos en esta sociedad nuestra, opulentamente desigual y refalfiada. Por ejemplo. Un motivo es este.
En ocasiones, y hasta que cerró, tomaba café a media mañana en la añorada cafetería Jena. En ocasiones, pedía un cruasán y, en ocasiones, me comentaban que si lo quería, que los que quedaban eran del día anterior. Por supuesto que lo quería, un riquísimo cruasán, perfecto para consumir.
Pues, bien, este curso, como decía, nos propusimos un objetivo enorme con resultados no voy a decir modestos ni pequeños, no, nos propusimos un objetivo enorme con resultados enormes, porque, sí, recuperamos una pequeñísima cantidad de la comida que cada noche se tira en tiendas y restaurantes ovetenses, alimento venido de alguna panadería y de un restaurante, una mínima cantidad cuyo aprovechamiento puede parecer pequeño y modesto. Pues, no. Es mínima la cantidad, es grande el resultado. Porque desayunamos bollos como ambrosía, exquisitos cruasanes tostados con mantequilla y mermelada o bollinos preñaos de chorizo para llevar al cole, pero si la nena es musulmana lleva un hojaldre relleno de bonito, y el hueso de San Expedito o la cocada.
Y si de un restaurante nos llaman y nos dicen cómo podemos ayudar les decimos no tires lo que te sobró ayer, si está en buen estado, y como está en buen estado y el corazón que late en ese sitio tan ovetense es recio y generoso, uno de sus trabajadores, varias mañanas a la semana, nos acerca raciones deliciosas de lentejas, de paella, de puré de verduras, de garbanzos con un compangu que rebosa la fuente, para ti el puré, que no comes cerdo, para ti el lacón, que comes de todo.
Y así pasamos las mañanas, siempre que hay cole, en el Ca Beleño, desayunando y repartiendo y recuperando, gran objetivo, mínima cantidad, resultados enormes, fuera la modestia, mientras Mick Jagger, entre las carreras de las criaturas, sigue implorando refugio.
De acuerdo.
Pero también es necesaria cierta agilidad práctica, sobre todo, cuando los tiempos son convulsos y tremendos tantas veces, como estos en que nos hallamos. Agilidad práctica, ductilidad, flexibilidad; remover prejuicios y quitar telarañas de los ojos y de los oídos. Con rigor, pero quienes tienen el mandato democrático de administrar el bien común, hoy, tienen que espabilar, más que nunca, que la cosa sigue estando fea, espantosamente fea para tanta gente, y hay que pasar, ya, de las musas al teatro.
Uno de los objetivos que nos marcamos este curso en los desayunos gratuitos que organizamos en Oviedo es recuperar comida cuyo destino, antes de caer en nuestras manos, era la basura estando en perfectas condiciones, comida comestible, y no es redundancia, buena, rica y que se tira, en tiendas de alimentación de cualquier tipo y restaurantes, por la práctica de consumo que tenemos en esta sociedad nuestra, opulentamente desigual y refalfiada. Por ejemplo. Un motivo es este.
En ocasiones, y hasta que cerró, tomaba café a media mañana en la añorada cafetería Jena. En ocasiones, pedía un cruasán y, en ocasiones, me comentaban que si lo quería, que los que quedaban eran del día anterior. Por supuesto que lo quería, un riquísimo cruasán, perfecto para consumir.
Pues, bien, este curso, como decía, nos propusimos un objetivo enorme con resultados no voy a decir modestos ni pequeños, no, nos propusimos un objetivo enorme con resultados enormes, porque, sí, recuperamos una pequeñísima cantidad de la comida que cada noche se tira en tiendas y restaurantes ovetenses, alimento venido de alguna panadería y de un restaurante, una mínima cantidad cuyo aprovechamiento puede parecer pequeño y modesto. Pues, no. Es mínima la cantidad, es grande el resultado. Porque desayunamos bollos como ambrosía, exquisitos cruasanes tostados con mantequilla y mermelada o bollinos preñaos de chorizo para llevar al cole, pero si la nena es musulmana lleva un hojaldre relleno de bonito, y el hueso de San Expedito o la cocada.
Y si de un restaurante nos llaman y nos dicen cómo podemos ayudar les decimos no tires lo que te sobró ayer, si está en buen estado, y como está en buen estado y el corazón que late en ese sitio tan ovetense es recio y generoso, uno de sus trabajadores, varias mañanas a la semana, nos acerca raciones deliciosas de lentejas, de paella, de puré de verduras, de garbanzos con un compangu que rebosa la fuente, para ti el puré, que no comes cerdo, para ti el lacón, que comes de todo.
Y así pasamos las mañanas, siempre que hay cole, en el Ca Beleño, desayunando y repartiendo y recuperando, gran objetivo, mínima cantidad, resultados enormes, fuera la modestia, mientras Mick Jagger, entre las carreras de las criaturas, sigue implorando refugio.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 10 de abril de 2015.