Ayer, 7 de noviembre, el escritor argelino-francés Albert Camus hubiera cumplido 100 años. Camus fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, muerto en accidente de tráfico demasiado joven, premiado con el Nobel demasiado joven y tan merecidamente.
«Demasiado joven», decimos con envidia quienes nos contentamos, a la edad que el autor recibió el premio, con escribir unas líneas medio decentes de vez en cuando.
Camus fue un intelectual, de la mejor estirpe de los intelectuales comprometidos con su tiempo, con sus países, tan argelino como poco francés, tan francés como poco argelino, hijo de madre española casi analfabeta, que se ocupó de su educación, al quedar el escritor huérfano de padre bien joven.
Lo que debo destacar hoy aquí es Rebelión en Asturias, obra escrita en Argelia por un demasiado joven Camus junto con tres jóvenes autores, sobre la Revolución del 34, ensayo teatral colectivo, publicado en 1935 originalmente y publicado en 1978 por la añorada editorial asturiana Ayalga, del fallecido Silverio Cañada, con ilustraciones de Miguel Ángel Lombardía, introducción de David Ruiz y traducción y comentario de José Monleón.
La obra hubiera podido llamarse La nieve, también, porque Camus afirmaba que en noviembre la nieve cubre las montañas asturianas.
Cien años del nacimiento de un autor imprescindible, en la herida y vuelta a herir Europa del siglo XX mientras libraba el continente sus propias batallas descolonizadoras más allá de sus fronteras.
Camus, Octubre del 34, Oviedo, Asturias, la cuenca, la revolución, la nieve en las montañas asturianas, el compromiso intelectual, el compromiso del intelectual, la mina, la lucha de la clase obrera, el hambre, la violencia, la violencia y su justificación, la represión, Oviedo en llamas, Oviedo abrasada, la Catedral y la Universidad por los suelos, Oviedo herida y vuelta a herir, como tantas ciudades, dos años después. El extranjero.
Qué queda de todo ello ochenta años después. Queda Camus, queda ser extranjero siempre, queda el propio extrañamiento, queda Oviedo, queda Asturias, queda la cuenca, ¿queda la revolución?, la nieve tarda más, queda el compromiso intelectual, ¿queda el compromiso del intelectual?, queda la mina, ¿queda la lucha de la clase obrera?, quedan el hambre y la violencia, queda la represión, queda Oviedo levantada después de ser herida.
Queda una veta de grisú, queda implacable una veta de grisú, así que pasen ochenta años, que se lleva por delante todo. Y, entonces, queda el vacío. No queda nada.

La ventana de Asturias – Cadena SER – 8 de noviembre de 2013.