Hay canciones hermosísimas que encierran, en tres minutos, todo lo que se puede contar sobre lo que cuentan. Que pueden escucharse mil veces y siempre querremos seguir escuchando para conocer más, en tres minutos inmensos, de esa historia que de bruces nos embruja para acabar estrellándonos contra las rocas de la costa.
Una de esas canciones que cuentan todo lo que se puede contar sobre lo que cuentan en tres minutos es Chelsea Hotel, de Leonard Cohen, de historia bien conocida, el encuentro en un ascensor con Janis Joplin —esas cosas pasaban en el Chelsea, allí también murió Dylan Thomas, vivió Arthur Miller y escribió Bob Dylan—, cuando Joplin buscaba a Kris Kristofferson y Cohen, a Brigitte Bardot.
Ese encuentro en el ascensor, I remember you well, llevó directamente a la misma habitación a esos dos enormes talentos, que en una cama deshecha eran una pareja única e igual que todas, e hizo que en la narración de tres minutos que comienza por una felación y acaba por un recuerdo intermitente se construya magníficamente una noche de amor vista ya con una mirada algo cínica del Cohen que aún no ha cumplido los 40, cinismo que la vejez ha hecho en él algo más romo, cinismo que nunca ha llegado a herirnos de modo abiertamente salvaje, pero sí ha sabido darnos la certeza de la imposibilidad del amor en el tiempo, si ser rubia modelo noruega en la Hydra de los años sesenta no es suficiente.
Se construye el encuentro sexual de una noche de dos de las personas más inspiradoras de la música popular del siglo XX, que hizo que Bobby McGee quedara olvidado durante esas horas, que hizo que, esa noche, Joplin hiciera la excepción del guapo Kristofferson para irse a la cama con Cohen, encuentro que sirve para describir como nunca la atmósfera del hotel Chelsea; el amor, que no era nada diferente a correr tras el dinero y la carne, sexo y religión, fusión tan querida en el universo Cohen y tan evidente en la imagen del álbum que incluye la canción, New skin for the old ceremony; de horas de gente que trataba de vivir de la música, workers in song, que no trataba de sobrevivir en ella, but you got away, you just turned your back on the croud, en Nueva York, que es actriz secundaria pero imprescindible en la canción porque el Chelsea solo pudo darse en Nueva York, and those were the reasons, ni siquiera en la California tan fundamental, tan soleada, tan creativamente alucinada, pero sin esa sofisticación urbana que solo Nueva York tiene y que no se la presta a nadie, ni siquiera podemos pensar en llevarnos un trozo a otro lugar.

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Pero la canción cuenta la noche que pasaron juntos Janes Joplin y Leonard Cohen, describe como nunca se ha hecho lo que el hotel significa, todo esto en tres minutos, pero tres minutos que entendemos perfectamente, sabiendo como sabemos que no somos ni Joplin ni Cohen y que ya no nos alojaremos en el Chelsea, y esos tres minutos que entendemos tan bien porque quién no ha sentido la opresión de la belleza, y era más bella Bardot y era más bello Kristofferson, y de lo que supone su exclusión, pero cómo, si poseemos el privilegio de emocionarnos con Chelsea Hotel o con Piece of my heart, nos atusamos el pelo o nos pintamos los labios y exclamamos, «well, never mind, we are ugly, but we have the music». Y, por tres minutos, no nos importa, de verdad; no nos importa nada que vaya más allá de la historia de la canción, las cuerdas de la guitarra y la fealdad compartida y cómplice. Y así pasamos los días. Y así tratamos de pasar las noches, on the unmade bed.

Janis Joplin murió por sobredosis de heroína en 1970, con 27 años.

New skin for the old ceremony cumple 40 años. Leonard Cohen cumple 80 y lo celebra publicando nuevo disco, Popular problems.

Neville – 17 de septiembre de 2014.