Cuando los parias de la tierra tratan de ponerse en pie, arriba, parias de la tierra; cuando los pobres del mundo quieren subir arriba, arriba, los pobres del mundo; cuando la famélica legión quiere ponerse en pie, en pie, famélica legión; cuando los esclavos sin pan se incorporan, en pie, los esclavos sin pan, pueden encontrarse con una valla, con la arbitrariedad de una valla que separa dos lugares, arbitrariamente, como arbitrarias son las fronteras aunque lleven mil años o cien o los que sean horadadas en el suelo.
Hay vallas que no se contentan con separar territorios, para evitar que los parias de la tierra, los pobres del mundo, la famélica legión, los esclavos sin pan nos transiten, nos interpelen aun con su silencio, nos incordien con su presencia, nos revuelvan las conciencias y las tripas con sus pupilas. No se contentan, digo, con tener que ser escaladas y con convertirse en trampolines suicidas para llegar al otro lado. Hay vallas que tienen alambres y cuchillas en su cima, como elementos disuasorios, dicen; como cuchillos asesinos, digo. Hay presidentes que dicen que necesitan informes para saber si las cuchillas dañan. Y hay ministros del Interior conversos, después de haber disfrutado de los mundanos placeres de Las Vegas, de comunión diaria, de golpe de pecho y diostesalvereinaymadre, que afirman que las cuchillas solo causan heridas superficiales.
Y hay gente distinta y variada y diversa y plural, afortunadamente, porque ya sabemos lo que pasa con la pureza, que la endogamia degenera. Y esa gente, en una ciudad distinta y variada y diversa y plural, mal que en muchas ocasiones pese, se junta. Y alquila un piso en una calle tan distinta variada diversa plural como las almas que la deambulan.
Y esa gente de esa ciudad en esa calle se convierte en Asturias Acoge, casi veinte años, y admite, refugia, alberga, acepta y no aprueba porque no hay nada que aprobar.
Y hay Vaudí, músico brasileño y ya asturiano y ovetense, mestizo, por tanto, lejos de la endogamia que degenera. Y Vaudí, con las GPS, Gema, Puri y Sil, mestizas de voces, limpian almas haciéndolas llorar a primera vista, que temblando escuchamos los días de frío.
Y Vaudí, el 20 de diciembre, en el teatro Filarmónica, de Oviedo, con su banda y las GPS y Pablo Moro y Toño Velasco y Jéssica Cavalcanti, ofrece su concierto de final de gira. Parte de la recaudación será destinada a Asturias Acoge. No hay mejor grito contra las cuchillas y contra quienes nos las imponen porque cuando no tuve nada perdí, en las horas de ausencia esperé, en los días de frío temblé y cuando tuve coraje llamé.

La ventana de Asturias – Cadena SER – 29 de noviembre de 2013.