Les hablo desde Pontevedra. Circunstancias personales inesperadas e inoportunas me han traído hasta aquí. Empieza la campaña electoral y acabo de tropezarme con un mitin del BNG, banderas e himnos, que miré con el extrañamiento y la curiosidad de algo que se me antoja enormemente lejano, aunque sé que ese voto, en su caso, puede decidir en el Congreso cuestiones que me toquen, que nos toquen cerquísima.
Otra campaña electoral, con cambios en las perspectivas, en la demoscopia y en las especulaciones respecto a la demasiado reciente campaña anterior, cambios por la confluencia de Izquierda Unida y Podemos, que hace que todo apunte a que por primera vez en la democracia salida de la dictadura sea otra organización política distinta al PSOE la que vaya a llevar la iniciativa desde la izquierda para la formación del Gobierno.
En Pontevedra llueve y el tiempo se parece demasiado al nuestro, en este verano casi que no acaba de salir del todo. Junio es un mes hermoso y las horas del día se alargan sin parar. Les hablo desde el lobby del hotel, en que, sin estar a disgusto en absoluto, me gusta imaginar un hotel en Casablanca, para saber que al menos siempre nos quedará París.
En Pontevedra llueve y Oviedo está en la ruina. Tantos años de régimen incontestado hasta hace nada, hasta hace un año, molestado bien poco, apenas arañado hasta hace un año, y Oviedo tiene que pagar una cantidad indecente de dinero por un palacete coqueto sin más valor que el de ser un palacete coqueto en medio de la ciudad y por la gestión de un monstruo que ocupa el lugar del campo de fútbol de las mejores tardes del equipo de aquí. Y en esta campaña electoral en Oviedo se nos queda la cara tonta, qué gestión puede hacer el equipo de gobierno con estas barbaridades que llevan al pufo eterno a la ciudad, con la cantidad de cosas que pueden hacerse en el concejo, que deben, para apretar la mano del desamparo, para llenar nuestro subsuelo de agua, para organizar una buena programación cultural, y quienes causaron el desastre siguen ocupando altísimas responsabilidades públicas y cobrando del dinero que contribuyeron a esquilmar y se pasean por la calle, tan a gusto, mientras tanta otra gente se pasea por la calle temblando, abierta al desamparo.
Y ahora, desde Pontevedra, pienso que qué podremos hacer como vecindario escandalizado, además de votar después de esta campaña electoral que empieza, pero todo desde aquí se convierte en lejano, yo no debería estar aquí y miro con curiosidad el mitin del BNG y votaremos, pero qué va a pasar en Oviedo con ese pufo, que caminarán a la intemperie los mismos parias de siempre.
Ahora, mientras acabo de contarles esto, desde un sitio en que nunca debiera haber estado porque no es Casablanca y París sigue esperando, les hablo a ustedes escuchando los relatos de Cowboy Junkies, tratando de imaginar argucias que me ayuden a seguir encontrando rincones en que ver hermosa mi ciudad.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 10 de junio de 2016.