Tras un cuarto de siglo, Oviedo tiene un gobierno de izquierdas, a estas alturas lo saben de sobra, formado por tres grupos municipales, Somos, socialista y de Izquierda Unida, y presidido por Wenceslao López, del PSOE.
Necesariamente, tras un cuarto de siglo, este cambio habría de notarse. Además, no es solo que haya gobernado durante veinticinco años el Partido Popular, es que lo hizo mediante casi un único alcalde, Gabino de Lorenzo, y su sucesor, Agustín Iglesias Caunedo, no fue elegido para ser alcalde en las urnas, sino por De Lorenzo, cuyo padre político es.
Puede hablarse, pues, de régimen gabinista, sin duda, no solo de veinticinco años de gobierno de la derecha, y el cambio necesariamente habría de notarse, un ayuntamiento dirigido por la izquierda con la fórmula de un tripartito que requerirá mucha negociación, mucho hartazgo de sapos en las tres organizaciones, mucho trabajo y muchas ganas para que esto salga bien, que merecerá la pena todo ese esfuerzo, quienes profesamos en la izquierda creemos que Oviedo, el concejo entero, que a veces se nos despinta, no solo la ciudad, se lo merece.
Y, sí, habría de notarse, y ya se nota, en este menos de un mes período de gobierno municipal. Los tiempos aciagos no están para andar perdiéndolos y son necesarias decisiones apresuradas, que, por su propia prisa, necesitarán en el medio plazo pulirse, tanto en el modo de gestión interna como en el resultado, necesariamente con prisa puede descuidarse el detalle, y habrá tiempo de evaluar el resultado, pero que la primera decisión política de calado del gobierno tripartito haya sido la apertura de los comedores escolares en verano, con el enorme y nobilísimo objetivo último de ayudar en la alimentación de las criaturas vapuleadas por estos tiempos aciagos y de estafa, junto con otros objetivos, no voy a decir que menores, pero el objetivo político mayor que cualquier gobernante puede tener es el combate del hambre, que haya sido esta la primera decisión política de calado nos dice que algo está cambiando, porque, sí, hay vales para comprar comida que las familias cuyas criaturas tenían beca recibían, pero, en contra del discurso del estigma, que rechazo en su raíz, se estigmatice o se pronuncie para criticar el estigma, ¿saben por qué, en este análisis rápido de una realidad casi infinitamente compleja, tiene valor la apertura de comedores escolares? Porque, como no me cansaré de decir, la comida cocinada duplica su valor. Y porque, además, en contra del discurso del estigma, que busca atender desde lo pudoroso discreto vergonzante, se difunde una realidad que padecen nuestro vecindario, nuestras amistades, nuestra familia, las criaturas que comparten pupitre con las nuestras, que sí, que está aquí, que quienes tenemos para comer y para calentar y para teorizar sobre modelos de política social tomando un ribera de duero de tres euros la copa estamos rozándola con nuestro cuerpo, como rozamos con nuestro cuerpo al otro en la cola del supermercado, como rozamos con la mano cuando nos pasan el culete de sidra, como rozamos con la boca cuando queremos besar y nos quedamos con las ganas.
Gracias por este curso. Tengan un excelente verano.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 3 de julio de 2015.