You never stop learning, dice Cat Stevens / Yusuf Islam, en el pie de una foto subida a su perfil de Facebook hace unos meses.
Nunca dejamos de aprender, dice Cat Stevens, para enmarcar una imagen en la que aparece quizá en un templo mirando hacia el lugar de la pared señalado por un bastón de un hombre con la cabeza cubierta.
Nunca dejamos de aprender, afortunadamente, el privilegio no es la imposible omnisciencia y su presuntuosa pretensión. El privilegio es seguir aprendiendo y saber que nunca dejamos de aprender. La fortuna es escuchar las canciones de Cat Stevens como banda sonora de la mirada de Yusuf Islam en un templo que sigue el bastón que señala quizá un grabado, una inscripción, una talla en la pared, la huella humana en un lugar abrasado por el Sol, y seguir aprendiendo, de las canciones, de los lugares y de quien nos señala algo minúsculo en la pared de un templo, minúsculo al lado de lo enorme que es el mundo, tan grande, pero tan igual, tan cercano, incluso en la incomprensión primera al viajar a sitios lejanos de nuestro sitio.
Incluso en esa aparente incomprensión, en el atractivo del extrañamiento, sabiendo que nunca dejamos de aprender, que nunca dejamos de aprender en el otro, en quien nos acompaña ahora para enseñarnos o en quien nos enseña desde hace siglos, en su huella en forma de templo, de puente, de narración de sus conquistas, de caravasar para el reposo de los camellos y para conocer las noticias; en forma de palacios y chozas y de narraciones cinceladas en la piedra y de tumbas y casas y jardines y relatos, aprendemos que perseguimos lo mismo, aquí y allá, aunque haya que viajar lejos para reconocer la obviedad, y que somos el mismo amasijo físico-químico, aquí y allá, con los mismos sentimientos y los mismos deseos.
Y que al aprender en el otro, en paisajes extraños, acabamos conociéndonos algo más y sorprendiéndonos en nuestra atracción por las sirenas que nos llevan sin remedio hacia unas rocas inimaginadas antes, a lo mejor hacia sitios devastados por el Sol impío, pero en los que encontramos un inesperado confort, aunque cueste tanto abrir los ojos para mirar.
Es agosto, mes de vacaciones y de viajes desde y hacia tantos lugares, más cerca o más lejos, según queramos y podamos.
Qué puedo decirles con esto, qué quiero decirles con esto. Nada que no haya contado el padre Homero, nada que no haya experimentado Odiseo (fuera Penélopes), nada que no nos sigan narrando Constantino Cavafis y Lluís Llach. Nada que no nos muestre en sus canciones y en esa imagen Cat Stevens / Yusuf Islam.
Viajar, para volver, para pensar en el siguiente viaje, para compartir en el extrañamiento, para mirar el ojo tras el bastón, para nunca llegar ni conformarse.
Para vivir el privilegio de no dejar nunca de aprender.
Asturias24 – 5 de agosto de 2015.