Ya lo saben ustedes de sobra, después de un cuarto de siglo, en Oviedo hay un gobierno local de izquierdas, después de un cuarto de siglo que no solo fue una sucesión de gobiernos municipales en manos del Partido Popular, sino que fue un cuarto de siglo en donde un régimen nació y se desarrolló y está por ver si muere. De momento, y a pesar del trabajo de quienes ahora rigen los destinos del concejo ovetense, no, todavía hay pilares del régimen que aún no han podido ser desmontados.
Nadie dijo que fuera fácil gobernar la ciudad en forma de tripartito, después de veinticinco años, y por el propio carácter tripartito del equipo de gobierno. Sapos tragarán sus componentes y sapos tragamos quienes votamos a una de las tres formaciones, pero a mí se me ocurre que quienes militamos en la izquierda, sea esta una u otra, vieja o nueva, tenemos un claro interés superior y de ahí que, sapo va, sapo viene, con buena conversación política, aun en el desacuerdo, o por él, se digieren mejor, cada cual desde nuestra parcela pongamos toda la carne en el asador para que este gobierno de izquierdas, después de un cuarto de siglo, salga bien, para que gobierne con el mayor grado de acierto posible, para apoyarlo, colaborar con él si podemos y se nos requiere y criticarlo con lealtad, pero sin dar pólvora a la derecha, cuyo papel en la oposición ahora se lo están haciendo, paradójicamente (¿o no?), militantes o simpatizantes (o eso creíamos) de las tres formaciones que conforman el tripartito.
Los Premios Princesa de Asturias han sido la causa o la excusa o ambas cosas para que el gobierno municipal reciba fuego amigo, incluso desde dentro de sus filas, y no sé dónde queda el supremo interés superior que después de un cuarto de siglo quienes militamos en algún lugar de la izquierda deberíamos tener, poner nuestro empeño para que esta oportunidad, que casi no sale, que a punto estuvo de irse al garete, de fin de régimen y de que se abra al menos una pequeña alameda en el paseo de los Álamos salga bien, para que dentro de cuatro años estos cuatro años no hayan resultado un paréntesis, una ilusión, y los recordemos con nostalgia los veinticinco años siguientes.
El alcalde, Wenceslao López, socialista, y la primera teniente de alcalde, Ana Taboada, de Somos, demostraron (y no solo ambos, también sus equipos) en las negociaciones previas a lo que luego ocurrió, que bien cuesta arriba se pusieron, tener altura de miras y sentido de ciudad, demostraron asumir con valentía el mandato ciudadano, demostraron lealtad a las organizaciones en las que militan sin perder de vista aquello para lo que se les votó, el fin último de quien se presenta a unas elecciones, que debe ser aspirar a gobernar y no a calentar el cómodo y caliente sillón de la oposición.
Con esta excusa de los premios y de la toma de la bastilla municipal para atacar al alcalde de Oviedo desde sus propias filas, qué quieren que les diga, tras veinticinco años, y por responsabilidad política y convicción personal, yo, con el alcalde.
Nadie dijo que fuera fácil gobernar la ciudad en forma de tripartito, después de veinticinco años, y por el propio carácter tripartito del equipo de gobierno. Sapos tragarán sus componentes y sapos tragamos quienes votamos a una de las tres formaciones, pero a mí se me ocurre que quienes militamos en la izquierda, sea esta una u otra, vieja o nueva, tenemos un claro interés superior y de ahí que, sapo va, sapo viene, con buena conversación política, aun en el desacuerdo, o por él, se digieren mejor, cada cual desde nuestra parcela pongamos toda la carne en el asador para que este gobierno de izquierdas, después de un cuarto de siglo, salga bien, para que gobierne con el mayor grado de acierto posible, para apoyarlo, colaborar con él si podemos y se nos requiere y criticarlo con lealtad, pero sin dar pólvora a la derecha, cuyo papel en la oposición ahora se lo están haciendo, paradójicamente (¿o no?), militantes o simpatizantes (o eso creíamos) de las tres formaciones que conforman el tripartito.
Los Premios Princesa de Asturias han sido la causa o la excusa o ambas cosas para que el gobierno municipal reciba fuego amigo, incluso desde dentro de sus filas, y no sé dónde queda el supremo interés superior que después de un cuarto de siglo quienes militamos en algún lugar de la izquierda deberíamos tener, poner nuestro empeño para que esta oportunidad, que casi no sale, que a punto estuvo de irse al garete, de fin de régimen y de que se abra al menos una pequeña alameda en el paseo de los Álamos salga bien, para que dentro de cuatro años estos cuatro años no hayan resultado un paréntesis, una ilusión, y los recordemos con nostalgia los veinticinco años siguientes.
El alcalde, Wenceslao López, socialista, y la primera teniente de alcalde, Ana Taboada, de Somos, demostraron (y no solo ambos, también sus equipos) en las negociaciones previas a lo que luego ocurrió, que bien cuesta arriba se pusieron, tener altura de miras y sentido de ciudad, demostraron asumir con valentía el mandato ciudadano, demostraron lealtad a las organizaciones en las que militan sin perder de vista aquello para lo que se les votó, el fin último de quien se presenta a unas elecciones, que debe ser aspirar a gobernar y no a calentar el cómodo y caliente sillón de la oposición.
Con esta excusa de los premios y de la toma de la bastilla municipal para atacar al alcalde de Oviedo desde sus propias filas, qué quieren que les diga, tras veinticinco años, y por responsabilidad política y convicción personal, yo, con el alcalde.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 30 de octubre de 2015.