Es inevitable seguir hablando de las personas huidas de la guerra, en este caso, muchas de la guerra de Siria, las que nos imploran auxilio, amparo, cobijo, refugio, protección…, tantas palabras ordenadas en el diccionario de Julio Casares para nombrar lo que nos imploran, tanta obligación moral y política de dar auxilio, amparo, cobijo, refugio, protección, sí, también obligación legal, en forma de textos que son parte del corpus del derecho internacional, pero hoy Europa, además, tiene esa superior obligación moral y política del acogimiento y la protección, en las mismas condiciones que así las quisiéramos si nos viéramos, una vez más, en la obligación de irnos de aquí, de irnos otra vez, huir de España, por hambre o por persecución política, como lo hemos hecho, por hambre, por analfabetismo, por persecución política, sí, lo hemos hecho, lo hemos hecho, aunque no lo hayamos hecho, porque lo hicieron quienes nos precedieron y nos lo legaron en el ADN, como nos legaron el hambre, en el ADN, y nos legaron el cansancio infinito de salir andando, el hacinamiento en los barcos en travesías larguísimas, nos legaron el desgarro de separarnos de nuestras criaturas, convertidas en «niños de la guerra», y ese dolor no se acaba nunca, ni el frío de la humedad, ni las heridas en los pies, ni la piel surcada por el Sol, ni las ojeras agotadas, ni la mirada implorante, ni las manos tendidas, manos tendidas para que cuando nos toca tenderlas las tendamos, pero cuando las manos tendidas nos buscan es nuestra obligación moral y política, también legal, pero nuestra obligación moral y política agarrarlas, agarrarlas con fuerza y tirar de ellas para que vengan a nuestro lado, esas manos y lo que hay detrás de ellas, que son vidas asoladas y muertas y violadas, humilladas, y quienes nos gobiernan deberían enorgullecerse de que la ciudadanía, a la que se deben y a la que representan, se ofrece, se organiza, da, tantas veces por delante de quienes nos gobiernan, para servirles de acicate, que dice el diccionario académico que viene del árabe hispánico assiqát, quita flaquezas.
Asturias24 – 9 de septiembre de 2015.