Buenas noches, de nuevo, en este principio de curso, de temporada, otra vez desde este rincón tan confortable, tan bien acompañada.
Como saben, en Oviedo estamos en fiestas, que poco a poco se acercan al final, pero aún nos queda un fin de semana largo, que culmina el lunes con el día de San Mateo.
Y, ¿saben?, el martes pasado Ilegales, la banda del inclasificable Jorge Martínez, en la lista de genios inclasificables, como Angus Young, tocó en Oviedo, en las fiestas. Historia viva del rock asturiano, valga la frase bastante manida, con Jorge, Jandro Blanco, Jaime Belaústegui y el jovencísimo Mike Vergara, estos nombres ya son palabras muy mayores y garantía de rock del excelente, pero, al volver a un concierto de Ilegales, quienes allí estuvimos podemos dar fe del momento de forma espléndido del grupo, de la vigencia de las letras treintañeras de Jorge, del sonido ilegal de sus últimos temas, pues Ilegales acaba de publicar disco, de lo que es una lección de rock sin desmayo, sin pausa, sin aliento, sin medias tintas, sin concesiones, sin tonterías.
Y, sí, qué les voy a contar que no se haya dicho ya o que no pueda decirse todavía, qué les voy a contar de la infamia de la guerra, del espanto del destierro, de la tragedia de la supervivencia, de la súplica del refugio, que llama a las puertas del falso cielo europeo, para convertirse en otro infierno, otro más, que primorosamente preparan los gobiernos europeos, por acción o por omisión o por parálisis intolerable, gobiernos de traje gris marengo, americanas de buena confección, frente a tantas cabezas cubiertas, tantos zapatos rotos, tanta ropa empapada de agua salada, que se empeña en vivir llevando un bebé en brazos, con los ojinos cerrados, de sueño, de frío, de hambre. Y también parte de la ciudadanía prepara el infierno, por eso tenemos que ser más, miles y miles más, quienes estemos, como ciudadanía, del lado de acá, agarrando la mano que viene del lado de allá.
Y, sí, inevitable, en el concierto de Ilegales, no pensar, al volver a escuchar esas letras treintañeras, en el estertor europeo, en el salvajismo de los tiempos, en que debemos luchar en la propia pelea, en los diez mil obreros en paro…
Y saber que, para seguir, es necesario seguir viendo al bajista sobre el escenario, al bajista con la chulería que el bajista tiene que tener, ahora Jandro, y una recuerda, también, otro concierto de Ilegales en Oviedo, hace muchos años, con la chulería, al bajo, de Willy Vijande.
En fin, como siempre, la música, que nos acompaña, nos alivia, nos hace fuertes, nos da argumentos. Para levantarnos y luchar.
Como saben, en Oviedo estamos en fiestas, que poco a poco se acercan al final, pero aún nos queda un fin de semana largo, que culmina el lunes con el día de San Mateo.
Y, ¿saben?, el martes pasado Ilegales, la banda del inclasificable Jorge Martínez, en la lista de genios inclasificables, como Angus Young, tocó en Oviedo, en las fiestas. Historia viva del rock asturiano, valga la frase bastante manida, con Jorge, Jandro Blanco, Jaime Belaústegui y el jovencísimo Mike Vergara, estos nombres ya son palabras muy mayores y garantía de rock del excelente, pero, al volver a un concierto de Ilegales, quienes allí estuvimos podemos dar fe del momento de forma espléndido del grupo, de la vigencia de las letras treintañeras de Jorge, del sonido ilegal de sus últimos temas, pues Ilegales acaba de publicar disco, de lo que es una lección de rock sin desmayo, sin pausa, sin aliento, sin medias tintas, sin concesiones, sin tonterías.
Y, sí, qué les voy a contar que no se haya dicho ya o que no pueda decirse todavía, qué les voy a contar de la infamia de la guerra, del espanto del destierro, de la tragedia de la supervivencia, de la súplica del refugio, que llama a las puertas del falso cielo europeo, para convertirse en otro infierno, otro más, que primorosamente preparan los gobiernos europeos, por acción o por omisión o por parálisis intolerable, gobiernos de traje gris marengo, americanas de buena confección, frente a tantas cabezas cubiertas, tantos zapatos rotos, tanta ropa empapada de agua salada, que se empeña en vivir llevando un bebé en brazos, con los ojinos cerrados, de sueño, de frío, de hambre. Y también parte de la ciudadanía prepara el infierno, por eso tenemos que ser más, miles y miles más, quienes estemos, como ciudadanía, del lado de acá, agarrando la mano que viene del lado de allá.
Y, sí, inevitable, en el concierto de Ilegales, no pensar, al volver a escuchar esas letras treintañeras, en el estertor europeo, en el salvajismo de los tiempos, en que debemos luchar en la propia pelea, en los diez mil obreros en paro…
Y saber que, para seguir, es necesario seguir viendo al bajista sobre el escenario, al bajista con la chulería que el bajista tiene que tener, ahora Jandro, y una recuerda, también, otro concierto de Ilegales en Oviedo, hace muchos años, con la chulería, al bajo, de Willy Vijande.
En fin, como siempre, la música, que nos acompaña, nos alivia, nos hace fuertes, nos da argumentos. Para levantarnos y luchar.
La ventana de Asturias – Cadena SER – 18 de septiembre de 2015.